Hace casi 20 años publiqué mi primer artículo en MILENIO. Era en torno a la huelga de la UNAM, entonces tenía una plana entera, como muchos otros. No había aún tanto peso de la imagen tanto en la prensa nacional como la internacional. Mis comentarios abordaron múltiples temáticas. He tratado de hacerlo desde la óptica de un militante libertario que ha luchado por cambiar la sociedad capitalista de raíz.
Siempre he considerado que en México es fundamental vencer a la ideología dominante, la cultura, la práctica, las costumbres que mantuvieron al PRI durante varios decenios y que está presente en el actual gobierno de la llamada cuarta transformación. Esa ideología narcotizó a una inmensa parte de la sociedad y paradójicamente, basada en ella, se produjo el fenómeno insólito del 1 de julio de 2018.
Continuaré combatiendo esa ideología, a su Estado y al gobierno actual. No callaré. La libertad es una causa fundamental de la humanidad. Sin ella no puede vivir el ser humano. Único ser vivo de esta galaxia que tiene la facultad de pensar. No somos hormigas o abejas. Por la falta de libertad se “derrumbó el socialismo realmente existente”.
En México, la lucha por la libertad tiene muchos años, movimientos y personas que han luchado por su ejercicio enfrentando a los gobiernos y al Estado autoritario.
En el siglo XX, el Estado, bajo sus distintas caretas, fue el principal enemigo de la libertad. Se produjeron luchas en diversos sectores sociales. A fines de la década de los 50 ocurrieron movimientos estudiantiles, magisteriales, ferrocarrileros y campesinos que fueron aplastados por medio de la represión.
En 1968, el movimiento estudiantil planetario tuvo su expresión mexicana, cuyo eje fueron las libertades democráticas, que incluso se establecieron en su símbolo de la Esfera con una L y una D.
Ese movimiento libertario no se detuvo ni con la matanza de Tlatelolco. Su legado fundamental es la conquista de múltiples espacios de Libertad.
En el planeta queríamos Asaltar el Cielo. Cambiar de raíz al capitalismo. No pudimos. Sin embargo, hubo logros muy importantes, algunos no buscados en específico, como la democratización electoral. Pero sin ese movimiento libertario no se hubiese podido sacar al PRI de Los Pinos en 2000 y mucho menos hubiera podido triunfar Andrés Manuel López Obrador en 2018.
La gran revuelta electoral del 1 de julio no se debe convertir en una restauración del viejo régimen, mediante la reconstrucción de la Presidencia Imperial.
Ahora más que nunca es necesario pensar, pensar y volver a pensar. El fanatismo es el principal enemigo de la libertad.
La desigualdad no es un asunto accesorio ni se debe a la corrupción, que no es más que una derivación del modo de producción capitalista.
Someterse a los grandes grupos económicos y al mismo tiempo hacer proclamas “comunistas” es demagogia simple y pura. Lo es decretar el fin del neoliberalismo y aplicarlo a rajatabla, cortando presupuestos a la salud, la ciencia, la cultura y sin plantear una política de inversiones para crear empleo y garantizar salarios dignos.
Éstos y muchos otros temas seguirán siendo comentados por mí.
Durante los 20 años que colaboré en MILENIO no sufrí presiones ni censura alguna. Envío mis saludos a Carlos Marín y su equipo, Claudia Amador, entre otros.
joelortegajuarez@gmail.com