Kerouac DF

Ciudad de México /

Al final de On the road, la novela de Jack Kerouac, Neal y Dean, dos locos, luego de atravesar en coche tres cuartas partes de Estados Unidos y medio México, llegan al DF, alrededor del año 1950. Neal, noqueado por una fiebre ocasionada probablemente por el coronavirus de la época, se queda en la ciudad mientras Dean, que no se halla en esa urbe ya desde entonces delirante, regresa a Estados Unidos en el automóvil, que ya lleva un  considerable traqueteo, tanto que a la altura de Louisiana sufre un  aparatoso desperfecto: en un acelerón, saliendo de una curva, el coche se parte por la mitad y deja atrás, tirado en el asfalto, el asiento trasero.

El escritor retrató el tránsito chilango en su clásico On the road. AP

La visión de la Ciudad de México que escribió Jack Kerouac al final de su famosísimo libro, puede ofender a algún alma sensible, pero también nos revela el paisaje urbano de la época, en las dos avenidas principales: “Nos lanzamos cuesta abajo por la avenida Insurgentes con dirección a Reforma, el corazón de la ciudad. Los niños jugaban futbol en enormes descampados y levantaban polvo (…) En la llanura se extendían largas y miserables chabolas de adobe”. Ahí mismo donde hoy se extienden altos y opulentos edificios. 

Luego Kerouac pasa a la sociología del paisaje, como buen gringo tiene el cerebro reptiliano lleno de fantasmas étnicos y ve indios por todos lados: “Vimos figuras solitarias en las oscuras callejas (…) Muchos conductores indios se cruzaban por delante y nos rodeaban y tocaban el claxon y convertían el tráfico en algo frenético”. 

El ruidero debía ser épico porque impresionaba a Kerouac, que venía de Nueva York, y al ruido hay que añadir el caos, que se vuelve ingobernable cuando se meten a una glorieta en Paseo de la Reforma, y los coches se les “echaban encima por todos lados, izquierda, derecha, izquierda, por delante”. En ese momento de exquisito caos, el escritor vislumbra con toda claridad la cuarta dimensión chilanga, el punto en el que el tiempo y el espacio se atornillan en un inexpugnable chilaquil: “¡Esto sí que es tráfico!,¡siempre había soñado con algo así!,¡todo el mundo se mueve al mismo tiempo!”


  • Jordi Soler
  • Es escritor y poeta mexicano (16 de diciembre de 1963), fue productor y locutor de radio a finales del siglo XX; Vive en la ciudad de Barcelona desde 2003. Es autor de libros como Los rojos de ultramar, Usos rudimentarios de la selva y Los hijos del volcán. Publica los lunes su columna Melancolía de la Resistencia.
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