Noche de paz… paz… paz

  • Optimus
  • Jorge Alberto Pérez González

Tampico /

No deja de sorprenderme la resistencia de un pueblo como el que habita mi México querido, el país entero arde en llamas en todos los rincones sin que se hagan los esfuerzos suficientes para devolver la tan ansiada paz social, que cuando la tuvimos, nunca supimos apreciar.

La connivencia con bandidos de cuello blanco, mermó la posibilidad de atajar el desarrollo exponencial de los delincuentes comunes, sepultó boca abajo la tabla axiológica y provocó un desequilibrio emocional tan notorio que nadie se percató.

El retroceso es tanto que, de nada sirven los esfuerzos aislados, pues la sinergia es tal, que esta opera muy similarmente a la que sufrió este mismo pueblo en 1492.

Los hombres barbados a caballo que antes dominaron a nuestros ancestros, hoy lo hacen en vehículos del año, en naves aéreas con aspas o sin aspas, en vehículos blindados y acompañados por una pléyade de halagadores que les suministran de espejitos suficientes, para poder intercambiar lo único que ahora tenemos de valor, la dignidad.

Las noticias se inventan, con la fuerza del poder se minimizan, se ocultan, se diluyen, esa misma fuerza crea alternativas de información que desplaza el análisis y el compromiso, supera con creces la verdad y entregan ya masticada la comida, para que, el adorado electorado no se dé cuenta, ni siquiera, que su voto ha sido robado.

La última opción que se tenía, era expresar en la urnas el descontento, hoy solo quedan las redes sociales, cada vez más intervenidas, para expresar el enojo, mismo que es canalizado de acuerdo a los muy particulares intereses de quienes ejercen el poder.

Es la estrategia estúpido, parece recordarnos cada día, Carlos Flores Rico, que escribió su libro antes del boom de las redes sociales, pero que no fue con la intención de alertar a un país que no lee, sino con la gran intención de educar a los operadores políticos que en su época, se reprodujeron como “gremlins”.

No puede salir del pozo un país con miedo, esa es la estrategia actual, persiste la intención de la explotación del hombre por el hombre, mientras unos cuantos se reparten el botín y esto no lo escribe alguien con tendencias de izquierda, sino quien piensa que, por encima del enriquecimiento personal, es necesario pensar en el futuro que esta actitud nos depara.

El estado se niega a reconocer los hechos cotidianos como expresiones de terrorismo, como acciones producto de la cada vez más grande brecha entre los ricos y los pobres, pero el crecimiento constante del crimen permitido en todos los ámbitos, hace pensar que más allá de la percepción hay algo que no se aprecia a simple vista.

La comunicación es constante, los grandes cárteles, continuamente hacen ver su malestar, colocando mantas donde dicen que perseguirán y aniquilarán a esos “Berracos” que atentan contra la gente inocente, despojándolos de sus automóviles o bienes personales, pues su negocio es otro, que tiene que ver única y exclusivamente con el trasiego de drogas.

Nadie lo cree, pero lo acepta pues es su verdad. Algo similar ocurre con los gobiernos ahora, ellos crean sus propios medios de comunicación, para hacer circular su verdad, para hacer viral sus aciertos y juegan, el juego sucio de descalificar a los verdaderos analistas, periodistas o comunicadores.

El problema no es local, está generalizado en todo el país y tendrán que asesinar a muchos para lograr su objetivo, pero la verdad no se aniquila, solo se sepulta por un tiempo, pues la educación provee, aunque no sea del estado, la posibilidad de dar con ella después de las lluvias.

La verdad ahí está, aunque Peña Nieto la considere bullying, aunque Cabeza de Vaca la interprete como ataque, aunque Almaraz la ignore, aunque Maki la oculte y se victimice, aunque Chuchín la modifique, aunque Magda la niegue, aunque Rivas la manipule y aunque Juan Diego se burle de ella.

Hace muchos años entrevisté a un ladrón de autos, su respuesta me dijo pasmado, dijo mirándome fijamente a los ojos: “Roban más los banqueros, los comerciantes y los políticos”.

Cuando analizo el manejo de imagen de los integrantes del crimen permitido y de los gobiernos, no puedo dejar de pensar en que lo que sucede es más que un problema de inseguridad, es en realidad una expresión de resistencia social, producto de la inequidad y la falta de oportunidades.

Por lo pronto Reynosa vivió su “Viernes Negro”, una vez más, como una NOCHE DE PAZ… PAZ… PAZ.

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