El pueblo bueno; el de antes

  • Todoterreno
  • Jorge Alonso Guerra

Laguna /

El pueblo bueno era el de antaño, el que respetaba la ley, a sus semejantes y las autoridades. 

En muchos pueblos y ciudades, así como colonias y barrios de la gran mayoría de la república, era costumbre no cerrar con llave los vehículos, inclusive se dejaban las llaves en la visera o en el cenicero, algunas veces hasta pegadas al switch.

Hasta hace poco tiempo a las autoridades policíacas y soldados se les respetaba y obedecía; era muy común ver a gendarmes y militares vestidos de uniforme en las calles o autobuses urbanos, inclusive muchos chóferes los trasladaban gratis, inspiraba seguridad llevar uniformados a bordo.

Ahora en estos tiempos de la 4T, es imposible ver a un policía o militar uniformado franco por las calles, por su propia seguridad no se arriesgan, y si lo llega hacer el “pueblo bueno” los agrede física y verbalmente, inclusive aun estando en operativos y armados, no reaccionan o repelen las flagrantes agresiones, tienen órdenes superiores o muy superiores de no repeler provocaciones.

Hasta hace pocos años, los niños dejaban sus bicicletas y juguetes en el zaguán o cochera sin reja, inclusive hasta en la banqueta se olvidaban y al día siguiente no desaparecían; en aquel tiempo pocas ventanas tenían rejas de protección o verjas en la cochera, pero ahora con el “pueblo bueno y sabio”, todo ha cambiado, los delincuentes andan libres y las familias de bien confinadas y enrejadas, pareciera que tienen prisión domiciliaria, sin haber cometido delito alguno.

Nos hemos convertido en vecinos distantes, pues muchos se observan con recelo, a tal grado que el saludo se pasa de somero, si acaso un buenos días o noches vecino, la incertidumbre rompió con la buena vecindad de las colonias y barrios. 

La desaparición de algunas -muchas- misceláneas, se debe a la delincuencia, no a las múltiples tiendas de conveniencia.

Como ciudadanos no podemos poseer y portar armas de fuego para proteger la familia y bienes personales; el viajar portando una arma de fuego, otorga confianza y certeza a toda la familia; si bien es cierto que la Constitución nos concede el derecho de tener armas de fuego, los trámites para la autorización son muy complejos y burocráticos, con el ánimo de que desista el solicitante. 

No se trata de armar al pueblo, más bien de tener derecho a la autodefensa de lo más preciado que es la familia y la vida. 

“Prepárate para la guerra, para que tengas la paz” Sun Tzu El arte de la guerra.

Pero en cambio la delincuencia hace alarde de sus armas de fuego, sin temor a ser reprendidos mucho menos a ser detenidos por la autoridad, salvo excepciones muy selectivas; en otras palabras, estamos vedados a la autodefensa en nuestros hogares o negocios y expuestos al “pueblo bueno y sabio” a que nos agreda, pues tienen la certeza que no podemos defendernos.


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