Camino por las calles y algo no está bien. Solo una de cada diez viviendas está ocupada. Las calles están vacías, el tráfico desapareció y los centros de las ciudades apenas tienen uno que otro caminante esporádico. Casi todas las escuelas cerraron, los pocos restaurantes que existen están concentrados en una zona de la ciudad y no sabemos qué hacer con tanta construcción y tantos edificios. Aparte de las casas de retiro de ancianos que florecen fuera de las ciudades, casi todos los negocios están por desaparecer por la falta de clientes.
Esto no es un escenario apocalíptico. No nos invadieron los álienes ni la inteligencia artificial (IA) nos dominó. Este es el mundo que nos espera en menos de 100 años si siguen las tendencias actuales de fertilidad por pareja en el mundo.
El ejemplo más drástico es Corea del Sur, con una tasa de nacimientos de 0.72 hijos por pareja (muy por debajo del 2.1 que significa el equilibrio para mantener la población constante). Por cada dos coreanos nacen 0.72 niños, casi una caída de 65%. Al multiplicar este efecto en dos generaciones, los surcoreanos perderán 88% de su población en solo dos generaciones. Corea del Sur tiene 51 millones de habitantes; con esta tendencia, serán poco más de 5 millones en un par de generaciones.
Los números son alarmantes y no es un problema solo de Corea del Sur y Asia. En México, en 1970 los hijos por pareja eran 6.5; para el año 2000, este número ya era 2.75 y en 2024 estamos justo en 2 (por debajo del 2.1 de equilibrio) y cayendo fuertemente. Pronto nos pasará lo mismo que en Asia. Todos los países desarrollados ya tienen este problema donde las parejas no quieren tener hijos.
Algunas de las causas son: mayor desarrollo económico, educación, alto costo de tener hijos, mujeres en la fuerza laboral, métodos anticonceptivos y una población joven que cada vez tiene menos sexo.
¿Qué significará para México una caída de 90% en la población en dos generaciones? Será prácticamente la desaparición de la población de todos los estados, menos Veracruz y Puebla, que se podrían extender por todo el país, pues no quedarían más mexicanos, con 9 de cada 10 viviendas vacías.
Salgo de mi casa y me encuentro con tráfico en las calles, bullicio y filas en las cafeterías. Y por primera vez, me siento cobijado por la multitud y agradecido de haber nacido en una época de expansión de las poblaciones.