El turno es de Carolina Lizette Herrera Valdivia, alumna sobresaliente en el curso 2017B
Uno de los temas más latentes en el acontecer cotidiano de nuestra ciudad es la inseguridad, que lejos de disminuir, como nos informan los medios políticos, va en aumento. Y ¿cómo no extrañar el caminar por las calles tranquilamente sin temor a ser robado, secuestrado o incluso abusado? Tememos ser atacados hasta por los mismos elementos de seguridad pública, quienes “pasan” las pruebas de confianza. Y este problema no sólo comprende a la ciudad sino a todo el país. Nos estamos viendo afectados por actos de inseguridad que lamentablemente no son atacados de raíz. En Guadalajara algunos de los eventos que se están presentando de manera alarmante son los asaltos y el despojo de pertenencias en la calle y en el transporte público. Actualmente salimos a la calle con el temor no sólo de ser robados sino, incluso, atacados por los delincuentes portadores de armas blancas o de fuego, atentando contra nuestras vidas. Se habla de puntos vulnerables en la ciudad, como Santa Cecilia, Oblatos, el Centro, por mencionar algunos. Pero, sin duda alguna, los lugares que últimamente están siendo atacados son los circundantes a los campus de instituciones de educación, son lugares que ofrecen una atractiva área para los ladrones, con la deficiencia de luminarias y de patrullaje y con la abundancia de personas portadoras de objetos tecnológicos como teléfonos inteligentes, laptops, relojes, etc.
Evidentemente, este tema abarca un sin fin de causas y nulas soluciones por parte de las autoridades hasta hoy. Y ¿por qué no hablar del narcotráfico? Algunos de nosotros como ciudadanos desinformados, creemos que no nos afecta si nos mantenemos alejados de dicho ámbito. Pero apuesto a que más de alguna vez nos hemos sentido amenazados por el crimen organizado, y es una amenaza hacia nuestra seguridad, ¿cuántas veces ha pasado que asesinan a personas que no están involucradas en el crimen organizado? Y todo porque se confundieron, por una bala perdida o simplemente para provocar miedo a personas que están involucradas en esta suciedad llamada narcotráfico. Mientras tanto las autoridades se encargan de brindar seguridad -pero a ellos mismos- o a personas apoderadas, adineradas, o bien posicionadas en el ámbito de la farándula. Todo esto nos trae como resultado la corrupción, que lo definiría como egoísmo e hipocresía, pues las autoridades primero piensan en su bienestar y dejan de lado su labor prioritaria que es nuestro pueblo. Y por si fuera poco, además de la corrupción, tenemos un fallido sistema jurídico, que parece que sólo beneficia a los delincuentes, pues una vez que son atrapados son protegidos por los derechos humanos, y si no es así, pueden pagar una fianza ¿Y cómo la pagan? Con base en más robos, puesto que si roban es porque en su familia hay inestabilidad económica y para pagar la fianza lo necesitan. Y las autoridades no se toman el tiempo de investigar la procedencia de dicho dinero. Nosotros como pueblo debemos analizar que, si no existiera la corrupción, no existirían los carteles del narcotráfico, no existirían las drogas, no existirían las adicciones a las drogas y como consecuencia una evidente disminución de asaltos y robos por parte de los drogadictos que buscan dinero fácil para mantener su evasión del mundo real con base en las drogas. Y por nuestra parte nos toca atacar el problema iniciando por lo que tenemos a nuestro alcance: crear un ambiente acogedor, y con valores, para alejar a nuestros jóvenes de las drogas, ya que si no se consumen, no habría venta, no habría narcotráfico, no habría inseguridad. Debemos alzar la voz por nuestra seguridad, estamos perdiendo democracia por nuestra cobardía, mejoremos nuestra educación iniciando por nuestro círculo social y familiar: Es un problema de todos. Es un problema de Estado.
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