La ciudad como personaje

  • Carta de Esmógico City
  • José de la Colina

México /

Una ciudad (piensa el cronista cuando está acostado con los pies más altos que la cabeza, postura recomendada por los doctores para una mejor circulación de la sangre y a veces, según el susodicho, para ver si se le ocurre una idea en plan completamente terrenal, aunque a la hora de escribirla le resulte meramente pedestre) puede ser considerada como un ser vivo, y ocurre así con la Venecia shakesperiana, con el París victorhuguiano y con la México City fuentista.

De tal modo, como mero profesional, no como poeta o artista, el cronista, aun con los detalles de la urbe real, reinventa siempre la ciudad suya y de otros, convirtiéndola en sueño o pesadilla, en fantasía pues. Y lo mismo sucede en las cabezas de los lectores, lo cual refrenda el criterio de Carlos Marín: que el periodismo es siempre subjetivo. Cada cabeza funda su ciudad y hay tantas ciudades de México como cabezas no solo humanas (¿cuáles serán las ciudades de los perros callejeros?). Para volverse loco, o locos, y luego está la ciudad reinventada según las pasiones de cada partido, cada religión, cada ebriedad, un sinfín de planetas urbanos como un gigantesco planeta giratorio en un universo de locura.

Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS