Borges y la legalidad

Jalisco /

La semana que concluye tuve el gusto de participar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2025, en el conversatorio de la Revista Derecho Global de la Universidad de Guadalajara que organizó la Doctora Silvia Patricia López González, y a quien agradezco la gentileza y el honor de su invitación.

La mesa en que a mí me correspondió participar llevó el título de “Desafíos legales para la justicia global ¿Es posible una cultura de legalidad?” En la misma expusimos la Doctora Silvia Patricia, el Doctor Jorge Chaires, y quien esto escribe, distintos puntos de vista y apreciaciones sobre el tema.

El tema viene muy ad hoc con las dos últimas publicaciones que hice en este “Bosque de Luz” respecto de una serie de preguntas ejemplificativas, en las que, entre otros aspectos, señalé muchas dudas e inquietudes acerca de nuestro endeble (por no decir enclenque y famélico) sistema de legalidad y estado de derecho, que en México –y es triste decirlo- lleva ya mucho tiempo, sexenios, sumido en la mediocridad y en un franco proceso de retroceso y “desuetudo” [inaplicación, impunidad u omisión en su vigencia, lo que los juristas denominamos “ineficacia” del derecho].

Y aquí viene la relación con el título de esta columna. Le conté a los asistentes a dicho evento como había llegado a mis manos el libro “Borges verbal” de Pilar Bravo y Mario Paoletti, editorial EMECE, Barcelona, 1999, en el que de una magistral forma los autores hacen acopio de entrevistas y opiniones de Jorge Luis Borges en relación con diversos temas. Conformado por una magnifica biografía, un “Diccionario de Borgerías” y opiniones “tutti frutti” sobre Borges brindadas por otros autores y periodistas, encontré una que no me deja de maravillar y que es una perla [desde los explicables y limitados conocimientos jurídicos del gran escritor] y la cito integra:

“INFERNO:

En 1985, por fin, Borges es invitado a asistir a uno de los juicios orales que se realizaron por esos años a los responsables de la represión en la Argentina. Borges sale horrorizado y escribe un texto (“Lunes, 22 de julio de 1985”). […] Luego, habla de la amnistía: “Es de curiosa observación que los militares que abolieron el Código Civil y prefirieron el secuestro, la tortura y la ejecución al ejercicio público de la ley, quieran acogerse ahora a los beneficios de esa antigualla y busquen buenos defensores. No menos admirable es que haya abogados que desinteresadamente sin duda, se dediquen a resguardar de todo peligro a sus negadores de ayer”. Con el tiempo justo y casi por los pelos, Borges alcanzaba a desmarcarse de la mayor tragedia argentina. (Citado por Carlos Mamonde, 1998.) página 61 del libro “Borges Verbal”.

Magistral ejemplo que nos brinda Jorge Luis Borges para entender la ley, el derecho y la cultura de legalidad: los que cancelaron el sistema legal; los generales, y demás militares, oficiales y policías que fueron juzgados por sus atropellos y latrocinios, al haber suprimido el estado de derecho cuando ejercieron de facto el poder; y posteriormente fueron enjuiciados por “el secuestro, la tortura y la ejecución” de miles de personas en Argentina, hallaron en la legalidad y el derecho una tabla de salvación a la que se acogieron sin vergüenza ni pudor.

Y cuando nulificaron con sus actos de barbarie la actuación de los abogados y los hicieron parte de sus objetivos de exterminio, después encontraron en la profesión quien los defendiera, resguardando estos “de todo peligro a sus negadores de ayer”. ¡Habrase visto! Los negadores de la legalidad y el derecho acudiendo a solicitar los servicios de jurisperitos, cuando el agua les llegó a los aparejos. Se confirma así la máxima de uno de los autores (Torcuato Fernández, Derecho Constitucional, Espasa Calpe) que enseño en la Maestría en derecho: la pretensión histórica del constitucionalismo ha sido y será “someter el poder al derecho”.

Con ello Borges nos demuestra (inclusive cuando, en sus circunstancias históricas, pudo haber simpatizado con la mano dura de los militares) que en la vida “es de sabios cambiar de opinión”. ¿Y usted lector, lectora, qué cultura de legalidad comparte con sus prójimos?


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