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El juicio de la historia

Jalisco /

Los seres humanos (como -y desde- la sociedad) siempre hemos aspirado a conquistar el mundo natural para transformarlo y lograr mejores condiciones de vida. Pero en el camino, el mundo social [creación de hombres y mujeres organizados dentro del conjunto] ha hecho de las suyas y muchas veces el reparto de las riquezas naturales no ha sido tan justo y equitativo, aun y cuando se lo hubiera propuesto la especie –que lo dudo.

Pero cuando ya entramos en el abstracto y etéreo mundo de las ideas; y lo que significa la memoria de los hombres dentro de un periodo de tiempo (mediano a largo) entonces el poder que unos han ejercido sobre otros hace que se aquilate en su dimensión el recuerdo y la valoración de quienes han tenido este poder político, económico o religioso en lo alto de la jerarquía social.

Los grandes faraones egipcios dejaron la huella de sus obras y sus hazañas en los restos inmortales de piedra de las creaciones humanas. Pero el tiempo las borró y tuvieron que ser “re-descubiertos” por arqueólogos, exploradores y aventureros de siglos posteriores. Dándonos nuevas (y contemporáneas) explicaciones de su labor como gobernantes.

Así la historia y los historiadores van moldeando la opinión social respecto de quienes ejercieron el poder humano (de dominación e imposición de voluntades a otros) en un punto espacio-temporal. Los hombres (especie) recuerdan a los grandes conquistadores, a los grandes guerreros y constructores de las civilizaciones antiguas y presentes en función de sus obras materiales –mayormente- e inmateriales que dejaron como legado a los presentes y futuros habitantes de sus naciones.

En todos los casos de conflicto, la versión histórica que predomina es la del vencedor. El que triunfa determina cual será el juicio histórico sobre los vencidos. El historiador Miguel León Portilla dedicó un libro entero a identificar que sienten los vencidos (en este caso los aztecas) cuando fueron dominados violentamente por los españoles, y así se titula precisamente: La visión de los vencidos.

Cuando volteamos a México y vemos cuales han sido los elementos que han formado nuestra visión histórica y el juicio social correspondiente, basta voltear a ver los nombres de calles, avenidas, escuelas y hasta de pueblos enteros, para tener certeza de que el poder político lleva mano a la hora de rendir memoria a los hombres y mujeres que se han aventurado por los destinos de una nación en constante ebullición.

Trecientos años de dominación española se perdieron en la memoria colectiva, para dar paso a los doscientos años que llevamos como estado independiente. Calles, avenidas y escuelas con los nombres de Hidalgo, Morelos, Juárez, Ocampo, Madero, Carranza, Cárdenas, López Mateos y muchos, muchos otros, se han diseminado por todo el territorio nacional en un juicio histórico que parte del entramado de relaciones de poder que una época refleja a las subsecuentes.

Escasas y pequeñas calles llevan los nombres de Iturbide, Santa Ana, Díaz, Elías Calles, Díaz Ordaz. Vemos una concepción que se impone desde el poder y luego los historiadores se encargan de darle literacidad y contexto dentro de la óptica de las interpretaciones de su disciplina.

Recuerdo un caso que me tocó conocer, donde en el 2014 la Cámara de Diputados federal emitió un punto de acuerdo donde solicitaba al Gobierno del estado de Jalisco retirar de una escuela el nombre de Victoriano Huerta. Más de cien años después seguía pesando en el colectivo la reprobable actuación de este hombre. Y lo más inconcebible es que tuvieran que venir a pedir el retiro del nombre, en una escuela perdida en el territorio jalisciense, desde un poder federal.

Hay quienes detentaron abusivamente el poder y son relegados en el juicio de la historia. Pero con sus excepciones. Recuerde usted a Julio Cesar, Cesar Augusto, Pedro el Grande de Rusia, Carlos V de Alemania, Enrique VIII de Inglaterra, Napoleón Bonaparte de Francia, Leopoldo II de Bélgica. Entre muchos reyes, emperadores, presidentes y detentadores de poder que permanecen en la memoria social con estatuas, museos y nombres de avenidas en sus países de origen.

Todo esto nos lleva a preguntarnos ¿cuál será el juicio histórico que las y los mexicanos habremos de tener sobre nuestro actual presidente Andrés Manuel López Obrador y su obra de gobierno? Lo que abordaremos en nuestra siguiente columna. O sea, como decían antes en las películas: Continuará.


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