Entrados en el primer cuarto del siglo XXI de la era cristiana, el mundo convulso en el que vivimos, a veces por obra natural, a veces por obra humana (y que no ha dejado de ser menos convulso, precisamente a partir de que el hombre hizo su aparición en la faz de la tierra) los habitantes del planeta conocimos el martes pasado el resultado de la elección del presidente de los Estados Unidos de América: un nuevo ejercicio presidencial del anteriormente ganador -2016-, luego derrotado -2020- y nuevamente vencedor –este 2024- el magnate estadounidense Donald Trump.
Trump “reloaded”, recargado, para un nuevo ejercicio presidencial de cuatro años, que, con la experiencia previa vivida, y el intermedio 2020-2024, vuelve con ideas viejas y otras nuevas, planes revividos, metas transformadas, pero también con rencores y ánimos de revancha. Todo esto es parte de lo que veremos una vez que asuma el mandato en enero de 2025.
La democracia norteamericana y los factores reales de poder que actúan dentro de la misma, permiten nuevamente su acceso al poder, esperemos que sin los sobresaltos que tuvo que vivir Joseph Biden para asumir el cargo, cuando se dio la violenta toma del capitolio el 06 de enero de 2021 por partidarios de Trump.
La frase de campaña “Make América Great Again” MAGA, como parte de las tres campañas trumpistas (recordemos que en la segunda perdió) siempre tendrá un eco profundo en la vecindad que México sobrelleva con los Estados Unidos.
Por razones de vecindad geográfica, andadura histórica, sociedad económica y la residencia de 38 millones de compatriotas mexicanos con origen en nuestra nacionalidad, la relación bilateral con esta gran potencia es vital para los intereses patrios.
En mi columna en Milenio Jalisco del 08 de octubre de 2023 que titulé Futuro a la vista, hice mención de las predicciones que el geoestratega norteamericano George Friedman hacía en su libro “Los Próximos cien años –Pronósticos para el siglo XXI“, donde dedica su último capítulo titulado: “2080, Estados Unidos, México, y la disputa por el centro global” a dar sus previsiones sobre cómo será la relación entre México y Estados Unidos para 2080.
Menciona la fuerza de la migración mexicana en la economía y la política de los Estados Unidos para las décadas que abarcan 2070-2090, al grado de que pronostica sendas diferencias entre México y Estados Unidos con motivo de que el primero protegería y abogaría por sus migrantes distribuidos en los territorios “cedidos” en el siglo XIX.
Frente a una natural fuerza migratoria que ha apuntalado siempre el crecimiento económico de la superpotencia, Trump propuso en esta su tercera campaña frenarla de tajo, continuar el muro físico en la frontera política entre los dos países, denostando la migración ilegal y asimilándola a delincuencia; y con ello logró el impulso para que los electores norteamericanos se decidieran a votarlo nuevamente, descalificando a quienes buscan nuevos horizontes y trabajo para progresar, alentando los mismos miedos y fuerzas antagónicas en su discurso permanente de “outsider” (alguien externo visto como diferente) todos estos años de incursión en las altas esferas políticas de su país.
Así, México se encuentra de nuevo en una encrucijada que tendrá que zanjar con las experiencias vividas en más de doscientos años de vida independiente. Con habilidad y entereza tanto la titular del Poder Ejecutivo (encargada constitucionalmente del ejercicio de la política exterior) y el Secretario de Relaciones Exteriores, su subordinado, tendrán que mostrar la habilidad de sostener la sociedad económica y política con este gran país, siempre tratando de preservar la existencia segura de nuestra nación, volviendo claros y concretos los intereses propios.
Como pronostica Friedman en su libro: que la tensión para los treinta años futuros irá en ascenso entre los dos países al grado de que los extremismos se harán presentes de uno y otro lado. Y Donald Trump vuelve “recargado” como un actor estelar en este momento de la historia, lo que nos debe llevar a ser cautos, pero al mismo tiempo ingeniosos y atrevidos en la defensa de nuestros intereses y de los migrantes con origen en estas tierras. Toda una encrucijada que se irá resolviendo en los años por venir. Y así, nosotros seremos testigos de lo que el destino depara al mundo y a nuestro país en esta nueva coyuntura.