¿Y dónde quedó la ONU?

Jalisco /

En columnas anteriores he hecho referencia al papel que la Organización de las Naciones Unidas ha tenido desde su fundación en algunos momentos cruciales de la historia correspondientes al siglo XX. Entre ellos misiones de paz a través de los cascos azules en diversos conflictos. La Wikipedia lo resume así:

“Su primera misión consistió en supervisar el cese de la guerra entre iraníes y árabes en 1948. Desde entonces se han puesto en marcha más de 71 operaciones de paz en las que han intervenido más de 110,000 personas de 120 países entre, observadores, soldados expertos, personal civil y policías; de las cuales más de 3.326 lamentablemente han perdido la vida al servicio de la ONU. Entre las operaciones de mantenimiento de la paz en la que han participado se encuentran la crisis de canal de Suez en 1956, en el Congo 1961, Ruanda 1994, los conflictos de Somalia, Bosnia y Herzegovina entre 1992 y 1995, así como Timor Oriental de 2000 al 2001, entre otros…”

Fundada al final de la segunda guerra mundial, teniendo como su principal promotor al presidente Franklin D. Roosevelt, y con la participación de los países más fuertes del planeta (económica y militarmente), ha desarrollado una serie de organismos auxiliares que atienden diferentes aspectos del concierto mundial de las naciones. Uno de sus grandes logros fue adoptar el texto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948. Actualmente cuenta con 193 países integrantes, siendo el último en ser admitido Sudán del Sur en 2011.

Pero algo pasó, que, a raíz de la invasión de Estados Unidos a Irak en marzo de 2003, la ONU ha perdido su papel protagónico para buscar (y en algunos casos imponer la paz). Brilla por su ausencia en el escenario de los conflictos mundiales que las grandes potencias y demás países han creado desde esa fecha: en Irak en 2003, en las guerras civiles en Afganistán y Siria (2015-2024). En la invasión rusa a Ucrania en 2022, y en la invasión a Gaza por parte del ejército israelí desde 2023. Solo por mencionar ejemplos.

También una de las críticas más severas fue que la Organización Mundial de la Salud no pudo prever, ni controlar la terrible pandemia del coronavirus COVID-19 que desde 2020 golpeó con fuerza al mundo. Igualmente, en los temas de grandes éxodos y migraciones humanas generadas por guerras y conflictos ha dejado mucho que desear en sus omisiones.

Por supuesto que Estados Unidos ha sido el principal aportante económico a esta organización, seguido de China y la Unión Europea. Sin embargo, y fiel a su estilo las principales potencias son los que más dejan de aportar cuando así les conviene. Los dos grandes deudores de la ONU son EE UU y China, que retienen el dinero según sus propios intereses políticos. Juntos, representan más del 40% de las aportaciones que se reciben.

En los grandes conflictos del siglo XXI las Naciones Unidas han brillado por su ausencia dejando que los países más fuertes resuelvan a su antojo y conveniencia los mismos según sus propios intereses. Y los más significativos ya se comentaron arriba. Así, Irak sigue pagando a E.U. con petróleo los costos de la invasión, y Donald Trump exige que Ucrania asuma (con dinero y recursos naturales) los costos del apoyo económico y militar suministrado para contrarrestar la invasión rusa.

La organización mundial no tiene impulso y es claro que en el siglo XXI ha quedado en un segundo plano. Vemos al presidente Trump buscando generar negociaciones de paz entre países enfrentados por conflictos bélicos. Y la ONU, con un Consejo de Seguridad inoperante por sus reglas y composición, haciendo tibias declaraciones frente al genocidio en Gaza.

Todo esto ha llevado a que veamos a la FIFA en acción. Si, leyó usted bien, a la Federación Internacional de Futbol Asociación -presidida por Giani Infantino- y frente a la desilusión de su amigo el presidente estadounidense de no recibir el premio Nobel de la Paz, ha creado al vapor y entregado la semana pasada a Trump el premio FIFA de la Paz 2025. ¡Faltaba más! La FIFA convertida en juez para premiar el “pacifismo”.

Pero según versiones periodísticas y ante la queja de una organización británica sin fines de lucro sobre derechos humanos (‘Fairsquare’) el Comité de Ética de FIFA [que en su momento corrió a Joseph Blatter por corrupto] tendrá que decidir si admite dicha queja para investigar a Infantino por violación al deber estatutario de la FIFA de ser “políticamente neutral”. “Cosas veredes, Sancho” decía el Quijote.

La ONU convertida en fantasmal monumento blanco, y la FIFA premiando “las labores de paz” de Trump. Y para no perder la costumbre gringa de llamar a las cosas por su nombre, entonces Infantino, rumbo a la Copa del Mundo 2026, hace honor al famoso “business are business”.


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