La ciudad de Valledupar, al norte de Colombia, es reconocida mundialmente como la capital del género musical vallenato. Pero también lo es porque el penal ubicado en esa locación alberga a dos asesinos seriales de calado profundo: Luis Alfredo Garavito y Luis Gregorio Ramírez.
De Alfredo Garavito, La Bestia, detenido en 1999, las autoridades especulan que violó, torturó y mató a casi 300 infantes varones en Colombia, Venezuela y Ecuador. Una cifra que al parecer aumentó, en caso de que se compruebe la versión de Garavito acerca de otros 28 homicidios (23 niños y cinco adultos).
Más recientemente, en diciembre de 2012, la policía del distrito Barrancabermeja detuvo a Luis Gregorio Ramírez Maestre, presunto asesino de más de 60 personas en cinco departamentos de Colombia.
De acuerdo con las autoridades, Ramírez, el Asesino de la Soga, comenzó a matar en 2007, año en que la policía recuperó cinco cuerpos de hombres que fueron sacrificados con un mismo modus operandi.
Luis Gregorio Ramírez elegía una región donde vivir temporalmente, como fue el caso de Cesar, Santander, La Guajira, Norte de Santander y Magdalena. Ya instalado, montaba un taller de motocicletas.
En realidad, el negocio era un coto de caza, pues una vez que Ramírez había “seducido” a su víctima potencial —casi siempre un conductor de mototaxi— le solicitaba que lo llevara a un lugar apartado. En la locación indicada, el conductor era atacado desde la parte trasera del vehículo hasta perder el conocimiento.
El trabajador recobraba el conocimiento en una posición corporal complicada: atado con una soga que iba del cuello a los tobillos. Las piernas del motociclista eran sujetas en un ángulo de 45 grados.
En cuanto el conductor bajaba las piernas a causa del cansancio, la cuerda apretaba más. Cuando las piernas reposaban en el piso es que el individuo había muerto por asfixia.
Al parecer, el robo era un pretexto y lo que realmente motivaba a Luis Gregorio Ramírez era asesinar de forma sádica, como lo hizo Dennis Rader, apodado BTK por las siglas “Bind, Torture and Kill”, es decir “Atar, torturar y matar”, tres letras que describen a la perfección a uno de los homicidas más brutales de Estados Unidos.
José Luis Durán King