El factor “universidad” jugó un papel determinante para que Ted Bundy rompiera el paradigma del asesino cavernario, tonto y sucio. Con estudios universitarios, apuesto e inteligente, con una personalidad casi británica, Bundy era diferente a la imagen que por muchos años se tuvo de los delincuentes.
Con la detención de Bundy, el mundo se enteró que los asesinos también van a la universidad, se gradúan en psicología y sacan buenas notas en la carrera de derecho, aunque no la hayan culminado.
En su época universitaria, Bundy fue considerado un estudiante brillante y participativo, lo que le granjeó la estima de compañeros y profesores. Sin embargo, el asesinato de 36 mujeres fue determinante para que sus amigos y conocidos remplazaran la admiración por la decepción.
Ted Bundy no es el único asesino en serie con estudios universitarios.
Es el caso del estadunidense Joseph Michael Swango, graduado en la Escuela de Medicina de la Universidad del Sur de Illinois. A este profesional de la salud, las autoridades lo relacionan con 60 envenenamientos mortales de pacientes y colegas.
Quién no recuerda a Harold Shipman, quizás el homicida serial más prolífico en la historia reciente, a quien se adjudican casi 220 asesinatos, aunque solo se lo condenó a 15 cadenas perpetuas por igual número de pacientes asesinados.
Shipman estudió en la Escuela de Medicina de Leeds. Se desempeñó como Market Street.
Cinco años después, la doctora Linda Reynolds, quien trabajaba en una clínica vecina a la de Shipman, compartió con la policía del Sur de Manchester su inquietud por el alto índice de mortalidad entre los pacientes de Shipman.
La acusación devino en una investigación que culminó con la detención de Shipman, quien al menos acabó con la vida de 15 personas de la tercera edad, a los que aplicó sobredosis de morfina.
Cuántas personas —la mayoría mujeres— mató el doctor Henry Howard Holmes, es un misterio. Las autoridades calculan que fueron más de 200 homicidios los que cometió este profesional de la salud a finales del siglo XIX en las mazmorras de un castillo que construyó prácticamente en el centro de Chicago.
Rodney Alcala es el único asesino en serie que ostenta un título universitario en el campo de las artes. Estudió con el director de cine Roman Polansky en la Universidad de Nueva York.
En 2010, Alcala fue condenado a muerte por cinco asesinatos; sin embargo, la policía especula que el individuo es “una máquina de matar” que acabó con la vida de decenas de personas.
Un portafolio de Alcala hallado por las autoridades con más de mil fotos en su interior de adolescentes, hombres y mujeres, en poses sexualmente explícitas, alienta la tesis de que hay más víctimas.
Ted Kaczynski es un genio matemático con licenciatura en Harvard y un doctorado en la Universidad de Michigan. Su nombre aparece en la lista de los asesinos seriales con el sobrenombre de Unabomber.
Entre 1978 y mediados de los años 90 del siglo XX, Kaczynski envió cartas-bombas a personajes prominentes de universidades y aerolíneas, asesinado a cuatro de ellos. El matemático fue condenado a ocho cadenas perpetuas.
El profesor Kaczynski es autor del extenso manifiesto titulado La sociedad industrial y su futuro, cuya publicación en The Washington Post significó su detención.
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