De acuerdo con el portal español Consolidated Credit, la deuda de consumidor “tiene un bien o servicio que la respalda. Por ejemplo: un carro, una casa, el servicio de electricidad”. Así, si el deudor no paga, el acreedor “tiene el derecho de tomar el bien o revocar el servicio. Es decir, le pueden quitar el carro, la casa o cortarle la electricidad”.
Deudas de consumidor han llevado a la bancarrota a miles de personas y, en el caso de países, en Tailandia ese tipo de débito representa “un problema masivo”, con “casi 90% del PIB del país”, de acuerdo con el Banco Central de aquella nación.
A la señora Sararat Rangsiwuthaporn, de 35 años, al parecer las deudas la mataban, por lo que decidió poner fin a esa situación a través de sus amistades, a las que pidió ciertas cantidades de dinero que nunca devolvió.
Para Sararat resultó más cómodo acabar con la vida de sus molestos acreedores.
A principios de abril pasado, la mujer invitó a su amiga Siriporn Khanwong a visitar la provincia Ratchaburi, al oeste de Bangkok, donde ambas participaron en un ritual budista en un río. Sararat salió del agua como si nada. Su amiga Siriporn Khanwong cayó muerta al alcanzar la orilla.
No era la primera vez que moría una amistad a la que Sararat debía dinero. De hecho, contando a Siriporn, la situación se había repetido en 13 ocasiones. Al llegar a reclamar el cuerpo, los familiares de Siriporn señalaron que faltaban algunas pertenencias de su familiar, entre otras cosas, teléfono, dinero y el bolso.
Para las autoridades, el dinero faltante era lo de menos. Enfrentaban un problema mayor: la autopsia había revelado restos de cianuro en el cuerpo de Sriporn.
Una vez que fue detenida, la policía emitió 14 órdenes de arresto contra la mujer, con 13 aprobadas por el tribunal y una aún pendiente.
En caso de comprobarse la participación de Sararat Rangsiwuthaporn en los casos de asesinato que se le imputan, la mujer encabezará la lista de asesinos en serie de Tailandia, donde ese tipo de delito es más bien raro.
Entre 2011 y 2012, Nirut Sonkhamhan envenenó con plaguicida a nueve taxistas, de los cuales cuatro fallecieron. Y Somkid Pumpuang, que entre enero y junio de 2005 mató y descuartizó a cinco mujeres masajistas que trabajaban en clubes nocturnos.