El asesinato masivo en el mundo ha mostrado un alza preocupante en los años recientes. Cambian las fechas, cambian las armas, cambia la geografía, pero el asesino masivo da la apariencia de apegarse a un cartabón donde mata la mayor cantidad de personas antes de suicidarse o de conseguir un duelo mortal con la policía.
Han transcurrido 44 años desde que la adolescente Brenda Spencer firmó un acto inaugural en el fenómeno criminal al disparar con un rifle a los niños que ingresaban a una escuela ubicada frente a su casa en la ciudad de San Diego, California. En el ataque murieron el director y el conserje de la escuela.
El miércoles 13 de marzo de 1996, Thomas Hamilton, un solterón amargado, resentido y solitario, al que lo niños apodaban Mr. Creepy, estacionó su camioneta a un costado de la escuela primaria de Dunblane, Escocia.
El hombre iba armado con dos pistolas Browning HP de 9 mm y dos revólveres Smith & Wesson M19.357 Magnum, además de 743 cartuchos de munición. Tan insignificante era el individuo que su presencia no causó extrañeza en el plantel, hasta que comenzó su masacre en el gimnasio.
En tres o cuatro minutos, el individuo acabó con la vida de 16 menores y una maestra, al tiempo que treinta y dos personas sufrieron heridas de bala. En cuanto escuchó las sirenas de la policía, Mr. Creepy se colocó en la boca el cañón de una de sus pistolas y apretó el gatillo.
Los ogros continúan habitando las pesadillas de los niños. El 5 de abril pasado, un hombre de unos 25 años condujo su moto hasta la guardería privada Cantinho Bom Pastor, en la ciudad de Blumenau, Brasil.
Sin que nadie lo impidiera, el joven saltó un muro y cayó dentro del plantel educativo. Fue al momento en que el individuo sacó de entre sus ropas un hacha, que alumnos y maestros echaron a correr. Fue muy tarde: el hombre asesinó a tres niños y una niña, de entre cinco y siete años.
Al ver que los profesores corrían a proteger a los menores, el atacante saltó nuevamente el muro y escapó. Más tarde se entregó a la policía.
Al momento de escribir esto, ha transcurrido una semana y las autoridades de Brasil no han dado a conocer el nombre del agresor, a qué se dedicaba y cuáles fueron los motivos para matar a los niños con tanta saña.