Mentes a la deriva

Ciudad de México /

“Cuando tenía alrededor de 15 años, Dios se me acercó y con su voz y persona me ordenó que realizara experimentos ortopédicos para curarme y a la vez salvar a la humanidad. Fue en la época en que yo tenía movimientos extraños, cuando mis padres colocaron una cerradura en la puerta de su habitación y un bate al lado de su cama…”

Las palabras corresponden a Joseph Kallinger, El Zapatero, quien en julio de 1974 y en compañía de su hijo Michael, de 12 años, asesinaron a tres personas y violaron a los miembros de cuatro familias de las ciudades de Filadelfia y Baltimore, así como del estado de Nueva Jersey.

Pese a que Kallinger era a todas luces un enfermo mental, fue sentenciado a prisión de por vida. Mientras que Michael fue confinado en un reformatorio.

Las enfermedades mentales se han expresado en una gran cantidad de asesinos en serie. Uno de los principales desórdenes que afecta a este tipo de predador es la esquizofrenia, presente, entre otros, en David Berkowitz, El Hijo de Sam, el cual asesinó a seis personas siguiendo las órdenes de un perro propiedad de su vecino Sam.

Ed Gein, un activo profanador de tumbas, se quejaba de la “gente extraña” con la que convivía en el Instituto de Salud Mental de Mendota, a donde fue enviado después de que asesinó, mutiló y elaboró diversas artesanías con la piel y los huesos de sus víctimas.

Entre diciembre de 1977 y enero de 1978, una serie de asesinatos cruentos ocurrió en la ciudad de Sacramento. El perfilador de conducta criminal Robert Ressler sugirió al personal del Departamento de Policía de Los Ángeles que centrara su búsqueda en un individuo de entre 22 y 29 años, quien posiblemente vestiría unas prendas manchadas de sangre y vivía cerca de los escenarios de los crímenes.

Ressler decía que, por la forma de asesinar y por los actos caníbales del delincuente, había grandes posibilidades de que el individuo padeciera una esquizofrenia tan avanzada que le impedía aventurarse muy lejos de su casa.

Al ser detenido, Richard Trenton, Drácula de Sacramento, señaló que mataba para beber la sangre de sus víctimas, ya que su corazón en ocasiones “dejaba de latir” o porque alguien en un hospital le había robado la arteria pulmonar y la sangre se vaciaba de su cuerpo.

  • José Luis Durán King
  • operamundi@gmail.com
  • Periodista; estudió en Historia en la UNAM y desde hace más de 20 años escribe la columna de periodismo negro “Vidas Ejemplares” en MILENIO los jueves cada 15 días. Autor de los libros Gentiles caballeros del terror, Vidas ejemplares. Asesinos en serie y De la región al mundo.
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