La opinión pública de los ciudadanos en torno a temas políticos se construye en parte a través del contexto social, la educación y otros factores ambientales; pero también está determinada por la edad y el consumo de los medios masivos de comunicación, ahora redes sociales. Es decir, la información que reciben las personas en sus series de televisión, videos y tiktoks, condiciona su percepción sobre su identidad, valores y percepción en torno a la democracia.
En ese sentido, la investigadora Idoia Camacho de la Universidad del País Vasco, analizó la narrativa a nivel internacional sobre la representación de los adultos mayores y encontró que mitifican su condición, incurren en narrativas negativas o estereotipadas. A los adultos mayores se les muestra en la mayoría de los países analizados como desvalidos, con poca información para la toma de decisiones políticas y por supuesto, vulnerables. Esto hace que los gobiernos desarrollen prácticas populistas para coptarlos, controlarlos y manipular su participación.
En las noticias que se difunden sobre los adultos mayores, hombres y mujeres son mostrados como una carga económica o familiar; eso demerita sus logros e impone una percepción de minusvalía. También encontró la investigadora que la figura de abuelo o abuela entrañable se le presenta como pasiva, con poca capacidad para influir en la política o en la toma de decisiones del país. Digamos que están siendo aislados para controlar su voto o inclinación política y en algunos casos solo se les considera para votar en las elecciones a cambio de apoyo sociales.
En términos de opinión pública se construye entonces un modelo de la vejez en donde todos deben concordar. Se promueve la pasividad y control de este grupo etario estigmatizando su consumo incluso de ciertos productos para la mercadotecnia. Además, promueven el edadismo, es decir, plantean lo que deben hacer los adultos mayores, qué consumir y cómo conducirse en sociedad; un control de la agenda desde los medios como sucedió después de la Segunda Guerra Mundial con la prensa, radio y televisión; pero ahora en las redes sociales.
El estudio muestra que los medios otorgan poco interés en su participación política y en contraparte, promueven el “envejecimiento exitoso” basado en mantenerse eternamente joven, activo y productivo. Esto sirve para que un sector de la población de adultos mayores que tiene posibilidades económicas pueda comprar y estar a la moda. Esto resulta interesante para nuestro país; porque cada vez tendremos una población de adultos mayores y bajo esta tendencia estarán despolitizados y controlados si no se promueve una cultura política de interés permanente por las causas sociales y los problemas de la sociedad.
Para la investigadora Idoia Camacho, es preocupante que se construya este tipo de narrativas a nivel internacional porque su estudio tomó 21 países para hacer el análisis de cómo se presentan los adultos mayores en la narrativa cotidiana de la prensa, radio y televisión. El lenguaje construye realidades, por lo tanto, la forma en la cual son representados los adultos mayores determinará la percepción que se tiene de ellos e incluso construirá el imaginario, de los que tienen esa edad.
Los estudios analizados por la investigadora muestran que los términos empleados con frecuencia en la prensa –“dependientes” o “ancianos”– consolidan visiones excluyentes. Expresiones como “pensionistas” y “abuelos” reducen a las personas mayores a una sola faceta, borrando su individualidad. Si las palabras importan, las imágenes también, porque se les muestra con bastón, encorvados y con poca independencia. Pocos son los abuelos o abuelas exitosas que tienen el control de sus vidas y viven de manera independiente en las series televisivas. Rara vez muestran a adultos mayores en entornos laborales o en posiciones de liderazgo, a pesar de que muchos de ellos forman parte activa de la vida social, económica y cultural.
Los medios de comunicación requieren ser revisados y analizados a mayor profundidad, impulsar una visión neutral de la vejez para que no sean afectados por estas narrativas negativas. Sobre todo, porque son producto de programas populistas para atender sus problemas, fuera de políticas públicas incluyentes para generar empleo o salud. Representar de manera negativa la vejez puede producir mayor dependencia para las familias y para los gobiernos, toda vez que se les representa con pocas capacidades y carentes de información, poco competitivos en la sociedad de consumo.
Para solucionar esta situación se propone 3 acciones para los medios de comunicación: 1) Utilizar un lenguaje neutro, sin estereotipos, respetuoso y propositivo; 2) Incluir a los adultos mayores como fuentes de información, sin presentarlos frágiles o con testimonios emocionales que los muestran vulnerables, 3) Utilizar imágenes, videos con la participación de los adultos mayores con distintos roles, informados y con posición política. Proponer cambios en las políticas de comunicación puede ser el primer paso para impulsar una vejez digna, informada y con incidencia vida democrática del país.