De mariposas y otoño

  • A morir a los desiertos
  • José Manuel Vázquez Navarro

Laguna /

Normalmente, el otoño nos trae a los laguneros, entre otras cosas bellas, días menos calientes, mañanas y noches frescas, muchos insectos. 

Después de varios días de una pléyade de moscas que azotó a la región entera, en la que hasta agradecías el tener que usar cubrebocas porque si no te comías algunas al hablar, se agregaron nubes de mosquitos con moyotas resueltas a obtener sangre para generar huevecillos viables a costa de el hierro de nuestra hemoglobina.

Ambas especies se generaron después de las fuertes lluvias veraniegas. 

Esa humedad que permitió la sobrevivencia inusual a tanta mosca y que es el detonante de las poblaciones de mosquitos, cuyas larvas son obligadamente acuáticas, también generó una inusual cantidad de hierba que produce una postal que poco vemos en la Comarca, los cerros que siempre lucen grises por semanas se han observado verdes a merced de la gran cantidad de plantas y pastos.

Particularmente el jueves de esta semana que recién terminó, pudimos apreciar en la Comarca un agradable coctel de mariposas migrantes entre las que abundaban pequeños ejemplares de la “mariposa narigona” denominada así por la proyección aguda en su cabeza. 

De igual forma encontramos mariposas “gallito”, pequeñas y de alas negras con parches color naranja. 

Completaba el desfile una mezcla de mariposas de tamaño mayor de la familia de los piéridos, de colores amarillo limón, anaranjados y amarillo blanquecino. 

La cantidad de estas muy notables mariposas amarillas era tal, que más de uno nos sentimos “Mauricio Babilonia”, aquel personaje de la novela de “cien años de soledad” a quien ante sus apariciones le seguía una estela de mariposas amarillas.

Y sí, en estas tierras del semidesierto el otoño y su belleza llama a enaltecer el alma y a las bellas palabras. 

Como bien lo dijo el pintor francés Tolousse Lautrec “el otoño es la primavera del invierno”; por ello, vendrá bien lo que el poeta cubano Nicolás Guillén escribió:

 “Quisiera hacer un verso que tuviera ritmo de Primavera; que fuera como una fina mariposa rara, como una mariposa que volara sobre tu vida, y cándida y ligera revolara sobre tu cuerpo cálido de cálida palmera y al fin su vuelo absurdo reposara –tal como en una roca azul de la pradera–sobre la linda rosa de tu cara.

Dese oportunidad y disfrute de las bondades de este otoño.

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