En este mismo espacio en marzo de este año hablábamos sobre la “silenciosa guerra del agua”; tristemente esa “guerra”, pero bastante estridente, se libra en este momento en la zona metropolitana de Monterrey y pareciera que le siguen Ensenada y Mexicali, ciudades de Baja California, que enfrentan también desabasto de agua desde inicio de este año y agudizan su crisis.
De manera similar, poblaciones del norte de Sinaloa, Sonora, Chihuahua y Coahuila registran crisis hídricas graves. Aunado a ello, las altas temperaturas que se alcanzan en estos días de la canícula recrudecen los efectos de la sequía.
Hasta este miércoles 20 de julio, Mexicali registraba 9 muertos por “golpe de calor”; por su parte, en Coahuila se han registrado tres decesos, mientras que Sonora también se tienen tres defunciones por efecto de las altas temperaturas.
El crecimiento desordenado de las ciudades, el desaseo en el manejo de las concesiones federales de agua, el despilfarro y falta de control de los organismos operadores y la falta de cultura de conservación del agua entre la población, todo esto aunado al fenómeno del calentamiento global, conforman el caldo de cultivo para una crisis de dimensiones catastróficas.
Ahora viene la verdadera crisis, al no tener disponibilidad de agua ni para las labores cotidianas, a una mega urbe como Monterrey le urge saciar su sed y buscará sacar agua de dónde sea.
Ya esta semana hubo protestas de los habitantes de los municipios de Allende y Montemorelos para defenderse de la extracción de agua del río Ramos, de donde se planea llevar agua a la zona conurbada; de igual forma, el actual gobierno Neoleonés ha intentado tomar agua de San Luis Potosí y Coahuila.
Lejos queda en nuestras comunidades la incorporación de la cultura de conservación del agua, hemos dejado de lado la implementación de ecotecnias como cosecha de lluvia (captación y almacenamiento de agua), implementación de baños secos o acondicionamiento de tubería doméstica para el reúso de agua de lavado.
Por años hemos postergado el cuidado de un recurso tan importante como el agua, la desperdiciamos, en el sector agrícola seguimos regando como los egipcios y en nuestros jardines no escogemos sabiamente las plantas y seguimos casados con la idea del jardín con un césped enorme y con árboles que requieren también demasiada agua.
Aquí aplica el dicho de “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”.
Requerimos entrar en esta cultura de la conservación del agua, recurso vital que ya desde hace tiempo está en crisis.