Haciendo suelo vivo de desechos verdes

  • A morir a los desiertos
  • José Manuel Vázquez Navarro

Ciudad de México /

Desde hace algunos dos meses, he disfrutado las mieles de trabajar desde el anterior invierno en la composta de mi jardín. 

Aunque no es un gran espacio, la poda de ciertos árboles y la basura vegetal de la cocina, me dan suficiente material para generar composta.

Ya hace años empecé a cultivar lombriz de tierra, para el jardín en otro compostero; pero creo que nunca lo había hecho de manera tan consistente como en este año: 

En el invierno corté lo más que me fue posible las ramas de poda y las deshojé, conseguí un enorme recipiente plástico (como una tina de baño), a la que le hice unos pequeños orificios de dren, y además acondicioné el fondo con una cama de ramas gruesas y de inicio le puse un bulto de tierra de hoja. 

Ya humedecido agregué unas 250 lombrices que tenía en otro compostero y empecé a agregar basura verde precomposteada,

Encima le agregué hojarasca y las pequeñas ramas de la poda. He sido constante en ir rellenando de partes de desecho de cocina y hojarasca bajo la capa de ramitas y los resultados han sido sorprendentes. 

El compostero tiene una ocupación enorme de bichos; tijerillas, colémbolos, algunas cochinillas de la humedad y cucarachas de la madera pululan en la superficie compostera. 

Una familia de “chivillas” o geckos también viven entre las ramitas de la hojarasca. 

Una malla como cobertera final evita que se establezcan las moscas y sí, de en vez en vez me peleo con algunas cucarachas americanas que se cuelan. Por su parte, las lombrices pululan ya en toda la tina.

Es increíble como se conforma un suelo vivo y fértil que huele a “tierra mojada”; aunque no se vea a simple vista, la composta está repleta de hongos y bacterias que participan en la descomposición de los restos vegetales e interaccionan con las plantas que desde ya crecen ahí; pues espontáneamente aparecen plántulas de tomate, papayo, sandía, entre otras, que llegaron como parte del desecho de la cocina.

Es muy fácil ir al compostero y tomar eses suelo enriquecido para plantar algún nuevo ejemplar en maceta; de igual forma, cada dos o tres meses descubro la capa de ramas y tomo cerca de un litro de la parte superior de la composta, la pongo en una tina y lleno con agua a presión para regar mis plantas con ese “licuado” de composta. 

Que triste que lo que consideramos basura pueda transformarse en un producto que hace que el suelo de tu jardín o tus macetas retenga más la humedad, que proporciona nutrientes a tus plantas y, lo más importante, que le dota de vida al suelo de donde se genera esa flor o ese durazno o ese follaje que nos brindará tantas satisfacciones en el jardín.

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