En pleno verano, el agobio de los calores caniculares, aunado a la falta de lluvia, nos ofusca ante un calor que no cede, pero a pesar de esa duras realidad, el verano nos trae también un alud de bendiciones del reino vegetal que conocemos como fruta.
La palabra fruta, viene del latín “fructus” que a su vez procede del participio del verbo “frui” que se refiere a hacer uso, disfrutar o gozar de algo.
Es decir, el término se refiere al gozo que le confiere la tierra al esfuerzo del agricultor que cosecha los frutos de su trabajo.
Y es que es un verdadero gozo el que el verano, las plantas y el esfuerzo de la gente del campo nos delegan con esas riquísimas frutas, pudiera ser una dulce sandía o turgente melón o refrescante tuna.
Empecemos con la monserga de que si el tomate es una fruta o una verdura.
Desde el punto de vista botánico un fruto es el ovario maduro y fecundo de una planta, contiene a las semillas; desde ese punto de vista, claro que el tomate, el chayote, las berenjenas, las aceitunas, los ejotes, las calabacitas, entre otras, son frutos.
Desde el punto de vista culinario el término “verdura”, que en botánica no existe y que hemos creado para denotar a esas partes de follaje, corteza, tallo, raíz, flor o fruto que pueden degustarse generalmente guisadas y que tienen sabor suave.
Pues sí, desde este punto de vista el tomate, es una verdura.
Entonces este odiado verano nos prodiga uvas, higos, nísperos (jujubes), granadas, tunas, pitayas, pitahayas, duraznos, ciruelas, liches, membrillos, manzanas, entre otros que en primavera fueron flores y que gracias a factores como viento y los laboriosos insectos polinizadores han embarnecido generando ese tejido dulzón que envolverá a la(s) semilla(s).
La mayor parte de los frutos contendrán entre un 80 a 95% de agua, azúcares como fructosa, vitaminas (A, C, B1, B2, B6, ácido fólico), minerales (potasio, hierro, calcio, magnesio, sílice, zinc, sulfatos, fosfatos, cloruros), adicionalmente aportarán celulosa y pectinas.
Habrá frutos simples como la manzana en los que la envoltura de las semillas es una sola, y frutos conformados como conglomerados de pequeños frutos como es el caso de la fresa.
El caso del higo es único, es un fruto hecho de flores hacia el interior de esa estructura de tipo múltiple al que técnicamente se llama sícono; al degustarlo podrá sentir las pequeñas semillitas (aquenios) que porta cada frutilla interna.
Siempre que reflexiono sobre esta explosión de vida me llega a la mente la pintura de Olga Costa “la vendedora de frutas” que pintó en 1951 por encargo del gobierno, en el que académicos han identificado 69 productos vegetales consumidos en México; disfrutemos las bendiciones de cada etapa, gocemos de las futas del verano, ya vendrán el tiempo de las calabazas y luego el de los tejocotes.