Mirar a profundidad

Ciudad de México /

En la superficie, donde solo vemos la cristalería de sus trajes, la brillantina del maquillaje y escuchamos la melodía de una alegre actuación, existe un juicio, precisamente superficial, alrededor de un equipo de nadadoras a las que antes llamaban sincronizadas y ahora llaman artísticas.

Llevan una vida bajo el agua muy lejos de las cámaras, del brillo de sus ojos y de la música que las acompaña: Joana Jiménez, Regina Alférez, María Fernanda Arellano, Luisa Samantha Jalib, Jessica Sobrino, Pamela Toscano, Itzamary González, Glenda Inzunza y Nuria Diosdado recrean figuras, bailan, se sumergen y emergen con una sonrisa reluciente que, en el fondo, donde no existe el aire, representa un sufrimiento angustioso que pocos pueden imaginar. Tenemos la mira tan corta y miramos el deporte desde orillas tan lejanas, que nos olvidamos de contar los años que un equipo de natación artística lleva sin respirar, exigiendo sus pulmones y llevando su ritmo cardíaco a límites sobrehumanos. Hay deportistas a los que juzgamos de manera superficial, estas nadadoras son un símbolo de todo aquello que como aficionados, no somos capaces de admirar.

Dura de ver, la prueba femenil de aguas abiertas fue una de las competencias más apasionantes de los Juegos: más de dos horas de natación pura en las que este deporte nos ofreció a los aficionados una oportunidad para reflexionar: ¿Cuántas personas en el mundo tienen la valentía de prepararse para algo así? Faltando 500 metros, tres competidoras, una tras otra con centímetros de diferencia mantenían un ritmo descomunal. Brazada a brazada la neerlandesa Sharon van Rouwendaal, la australiana Moesha Johnson y la italiana Ginnevra Taddeucci atravesaron el Sena, fueron contra corriente y cerraron la competencia obligándonos a contener la respiración.

Monótona, larga y espesa, la prueba fue tan agotadora que muy pocos televidentes soportaron su transmisión: si no podemos dedicar unas horas a estas atletas, sentados en un sillón, imaginemos cómo podríamos dedicarnos a algo así. Aleccionadoras, las aguas abiertas de París 2024, otro ejercicio pulmonar, nos enseñan las profundidades de la humanidad a la que solo llega el espíritu de los Juegos Olímpicos.

  • José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo
  • josefgq@gmail.com
  • Columnista en La Afición desde 2008. Lic. en Administración. MBA en Comunicación. Máster en Publicidad. Periodista, comunicólogo y gestor especializado en medios con más de 20 años de experiencia en puestos directivos en empresas como CNN, Canal+ y Movistar+; ha participado en proyectos de posicionamiento de estrategias de Marketing Deportivo.
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