Ovacionado, clasificado y enrachado, Santiago Giménez es uno de los futbolistas más destacados en la Europa League, la Segunda División europea le ofrece un lugar de privilegio en la parrilla de salida rumbo a las grandes Ligas: Inglaterra, España, Italia y Alemania.
Constancia, paciencia y prudencia, es lo único que necesita su carrera para llegar ahí. Giménez, que ha tomado las decisiones correctas en el momento justo, mantiene una trayectoria impecable dentro y fuera de la cancha con apenas 21 años de edad.
Orientado por su padre, el Chaco, un extraordinario jugador de futbol, pero también por su madre, María Bernarda, que ha sabido criar a un chico con fuertes valores humanos y familiares en un ambiente como el futbol donde los jóvenes suelen despistarse, confirma que la fórmula del éxito sigue siendo la humildad y la buena educación.
Santiago, atacante de grandes cualidades, llegará muy lejos gracias a ellas. Pero en ese largo y complicado camino que aún le queda por delante, tiene una ventaja competitiva que lamentablemente muchos deportistas no conocen: el sentido común. A veces más importante que el sentido del juego, la familia Giménez está perfilando una gran persona antes que una gran estrella.
El tiempo, el futbol y el trabajo pondrán a Santiago en su lugar, seguramente, un equipo europeo de primera categoría que fichará a un delantero muy completo, pero sobre todo a un joven con la cabeza sobre los hombros, los pies pegados a la tierra y el corazón bien entrenado para triunfar en un deporte que necesita nobleza y bondad.
Cada vez que marca, juega y gana, los aficionados y medios analizamos sus movimientos, su ubicación, su técnica, o su remate, pero pocas veces nos detenemos a analizar quién le aconseja, le enseña, le protege, le encamina y le abraza: tan importante es el desempeño de un atleta de alto rendimiento, como la sabiduría de su entorno.