Esta administración ha puesto especial énfasis en la construcción de infraestructura muy necesaria para la región del sureste a la que regularmente se le había prestado poca atención.
Podremos estar de acuerdo o no con los proyectos en proceso; pero no podemos negar que, de concretarse, le darán un impulso importante a esa región.
El Tren Maya es quizá el proyecto más icónico y también el más criticado por su conflicto ecológico que supone la depredación de la selva y sus especies endémicas, además de la potencial destrucción de algunos cenotes y mantos subterráneos de agua dulce que abundan en la Península de Yucatán.
Pero su conclusión exitosa supondría una contribución importante para la economía al incrementar su atractivo turístico.
Otro proyecto relevante y al que se le ha prestado relativamente poca importancia es el Canal Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, que pretende conectar por la vía ferroviaria los puertos de Coatzacoalcos en el Golfo de México, con Salina Cruz en el Océano Pacífico y que le darán a esta región un impacto económico importante no solo por lo que representará el movimiento de mercancías, sino además por las empresas que se establecerán a lo largo de su trayecto donde se contempla la instalación de parques industriales.
Un tema que ha sido duramente criticado lo es, sin duda, la construcción de la refinería en Dos Bocas, en el estado de Tabasco, no solo por su exorbitante costo de construcción sino también por su dudosa rentabilidad.
Pero que a pesar de ello no deja de ser una infraestructura tan necesaria como sobresaliente.
El denominador común en estos proyectos son sus elevados costos y su cuestionada rentabilidad; pero en su momento tendremos elementos para juzgar si ha sido o no una decisión correcta.