Apenas un día antes de leer Espectrándote, el libro más reciente de Victoria García Jolly (y que presentaremos el viernes 23 a través del Fb live del Congreso del estado a las 6 de la tarde) recibí un peculiar obsequio. Hace muy poco murió la pareja de mi cuñada, que también era mi amigo entrañable y fue un suceso que nos jodió bastante. Maricarmen está enfrentando el proceso de la pérdida y el duelo con valentía y coraje (¡mis respetos!) y, como parte de él, decidió regalarme algunos shorts que recién había comprado su ya casi inminente esposo. Siempre he tenido en claro que se trata de honrar un legado y alimentar la memoria. Al usar las prendas siempre me acordaré de Manuel y sé que querría que corriera yo con denuedo y perseverancia.
Transcurrieron unas horas y me doy un topetazo ante una obra de género huidizo que apela a la ficción, pero que es la bitácora de la vida de la autora con el fantasma de quien fuera el gran amor de su vida. Ella ha aprendido a convivir con un fantasma y yo -al usar la ropa de mi amigo- puedo llevar encima a su fantasma o yo mismo ser una especie de fantasma mensajero. Victoria dice en uno de los textos breves que conforma la obra: “Ahora me faltas en la muerte, porque así es ella: inaplazable, incongruente, infame y eterna”. Sabe de lo que habla, y coincido con ella en su adjetivación, sobre todo en la incongruencia. Ambos acontecimientos me han confirmado que los fantasmas son presencias cotidianas con las que convivimos y que a su manera nos siguen pidiendo expresiones de amor, amistad, solidaridad y complicidad. Su presencia agrega otro sentido a una existencia amenazada por el materialismo y la inmediatez. Los fantasmas se quedan para siempre y ello explica la sentencia: “Love will tears us appart”.
Juan Carlos Hidalgo
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