Supongo que todo comenzó con el chorrito de limón y la pizca de sal que se ponían en la tapa de los botecitos de cerveza bien helodia, cuando empinabas el trago se mezclaba convenientemente con la sal y el limón formando una mezcla que se renovaba en cada trago y te renovaba las ganas de seguirte embruteciendo. De hecho cuando el bebedor estaba ebrio se olvidaba de los limones y de la sal y en ocasiones hasta de su propio nombre y del país en el que vivía. Otro día alguien le puso chilito a su cerveza de bote y con ello cambió la manera de beber cerveza en estas lastimadas tierras, pues enseguida vino otro genio que añadió el picante, el limón y la sal directamente en el tarro y parió, sin saberlo, las míticas micheladas, el nombrecito de la barroca beberecua es un enigma para mí y creo que es un nombre horrible, para una bebida horrible.
La famosa creatividad de los mexicanos no es otra cosa que una competencia para tratar de establecer quién se atreve a ejecutar cosas más descabelladas. Este afán competitivo ha engendrado monstruos verdaderos, como las tortas de kilo y medio y las gomichelas, que son una especie de sobrina saica de las micheladas; sin dejar de mencionar las licuachelas, que son las mismas miches, pero servidas en vasos de licuadora, eso es creatividad y no jaladas.
Por ahí una candidata presume uno de sus acciones de gobierno más importante, fue haber terminado con el pernicioso vicio de las micheladas en la delegación que gobernó hace algunos años. Gracias a esta acción atinada se pudo poner fin a una oleada de violencia e inseguridad en su demarcación. Yo sí lo creo, en ese punto estoy de acuerdo con la ante-pre-candidata, las micheladas sí son cosas del demonio.
Aunque usted no lo creo, querido lector, ese es el nivel de estas precampañas que no son precampañas, aunque se le parecen en demasía. Por ahí anda circulando otro video en el que otro de esos ante-pre-candidatos le mete un pinche codazo a una fémina que sólo estaba apoyándolo y deseaba que le firmara su camisa o algo de ese estilo. Ni siquiera una fan que quisiera tocar al doble de Luismi le hubiese tocado ese trato tan gandalla por parte de los guaruras del imitador. Anda nervioso el señor precandidato que no lo es; esto se debe a que quizá nunca llegue a ser candidato.
Para acabarla de amolar, ahora que las cosas se ponen interesantes en la contienda (que no lo es) dentro del Frente Opositor, ahora que el asunto se iba a dirimir en una especie de guerra de huipiles, ya andan queriendo bajar la contienda a doña Bety Paredes, ya perdimos al primer actor don Santi Creel y ahora nos quieren dejar sin la guerra de los huipiles. No se vale.