Desde niño, me ha producido bastante hueva el Grito de Independencia, desde que pude elegir, traté de mantenerme lo más lejos posible de esas ceremonias en las que miramos al preciso en turno desgañitarse desde el balcón.
En los estados, corresponde a los gobernadores, dejar de lado por un momento su desprestigio y su mala fama, para abrir un breve paréntesis y realizar el acto solemne que busca rememorar el del cura Hidalgo. Se supone que con ese grito, la patria comenzó a caminar la accidentada ruta hacia la independencia. Si esta ruta ha llegado, o no, a su destino, es algo que no tenemos del todo claro, pero lo importante es que un día comenzamos.
En los municipios, naturalmente, son los alcaldes los encargados de ejecutar la parafernalia del mes patrio y, obviamente, lanzan su versión del grito desde algún balcón o templete que mandan colocar para tal efecto. Algunos le echan hartas ganas y se ponen a gritar emocionados. Su patriotismo no les alcanza para ser más honrados y hacer lo que se les ha encomendado entregando buenas cuentas a quienes dicen gobernar. Si no es pa’ tanto, dicen, soy patriota pero no menso. Generalmente, la gente disfruta de la verbena, los antojitos, y de un espectáculo que incluye bailes también típicos, o algún espectáculo ejecutado por un personaje de la farándula henchido del mismo fervor patrio.
Por supuesto, el ambiente requiere que la gente consuma cantidades bestiales de tequila y otras bebidas espirituosas para que la cosa se ponga más entretenida. Generalmente al día siguiente nos enteramos de las consabidas bajas que toda celebración que se respete, implica. Son daños colaterales, dijo algún aprendiz de estadista al que le quedaba bastante guango el disfraz.
Pero como soy un patriota a regañadientes, participaré de la alegría desbordada y disfrutaré de las viandas que se acostumbran por estos días. Días en los que la única prioridad de nuestra clase política es la cosa electorera. Se andan agarrando del chongo. Pareciera que la guerra de lodo ha comenzado antes de tiempo, pero más bien creo que nunca ha cesado, sólo subirá de intensidad. Ahora destapan cloacas sólo porque son tiempos electorales. Parece que está bien hacer buenos negocios al amparo del poder, mientras no se te ocurra aspirar a un buen hueso, como el de Presidente. Puedes hacer lo que se te venga en gana y despacharte con cargo al erario. Sólo no se te vaya a ocurrir destaparte como candidato, ese sí es un delito punible. Porque entonces sí, sabrás lo que es bueno. Los gringos lo llaman “lawfare”: la ley como un conveniente garrote contra los oponentes.