Hace poco saludé, vía telefónica, a David Huerta. Se fue el tiempo y ya nunca coincidimos personalmente. Cada año lo buscaba el 8 de octubre porque éramos amigos y compañeros astrales: nacimos el mismo día, el 8 y de algún octubre. Él cumpliría el próximo sábado 73 años pero desgraciadamente murió el lunes 3 anterior. Nunca supe (o lo supe por las redes) que había enfermado de una insuficiencia renal. Los golpes duros, sin embargo, derrumban hasta a los robles. Qué vulnerables somos.
Estaba esperando para buscarlo y hacer la llamada ritual a La Casa del Escritor. Total: la noticia me tomó de sorpresa, hace muy poco participó de una mesa organizada por el FCE, lúcido como siempre, presentó un libro.
Uno de los poetas contemporáneos más importantes de México.
Su obra es extensa y vital: él cultivó la poesía, el ensayo y la docencia. Fue parte del proyecto Creadores en los Estados del Conaculta y becario del Sistema Nacional de Creadores.
Hace muchos años coincidimos en casa del poeta Ramón Martínez Ocaranza, en Morelia, Michoacán. Luego, en sus múltiples visitas a Puebla, solía reunirse con el cronista Salvador Cruz en un céntrico restaurante.
Pero quisiera ocupar este espacio para convertirlo en un anecdotario: llegué a ser un buen amigo de David Huerta. Me causaba cierta curiosidad que mientras hablaba echaba mano de dos tipos de anteojos. Unos los usaba para leer y otros para mirar de lejos. Alguna vez le dije que le faltaban otros para distancias medias. Los anteojos se los colgaba en el cuello y a cada minuto se quitaba unos y se ponía otros. Una de sus últimas conferencias que presencié de él fue en un espacio de la Universidad de las Américas, en Cholula. Realizó un extenso y minucioso repaso de la poesía mexicana, interpretando a varios de los autores que citaba.
Su bibliografía la puede consultar el lector en las páginas del INBA. No menciono una porque olvidaré otras, sería injusto. La obra no se olvida, David Huerta escribió uno de los poemas más extensos que se hayan conocido.
El poeta escucha y ve un mundo que a nosotros nos está vedado. El autor de “Los Nuestros” de Luis Harrs, dice en el prólogo que los poetas deberían tener licencia para viajar sin pagar en los camiones. Ellos que, como David Huerta, plasman sus vivencias en cada uno de sus versos. Hasta pronto, David.
@Coleoptero55