La Morada Infinita

Puebla /

Alan Watts dejó grabada una reflexión: la muerte es un gran acontecimiento. La muerte es un asunto universal que conlleva tratamientos y rituales variados. En el mundo occidental, el cristianismo ha arraigado la idea de que sólo Dios otorga la vida y por lo tanto la quita a voluntad.

¿No sería aventurado proponer que la Bioética transformara en consiga lo expresado por Alan Watts? ¿Estaría aquí también contendido el derecho a elegir la manera de cómo llegar al cierre del ciclo de la vida?

Arnoldo Kraus, en su muy reciente título, La Morada Infinita (Debate, Penguin Random House, México, 2019), profundiza y extiende sus visiones y experiencias acerca del tema. El problema actual es que el médico se aleja del enfermo.

El avance de los descubrimientos médicos, ciencia que se desarrolla por acumulación de observaciones, prolonga la muerte cuando las condiciones son adversas. Lo que sostiene Petrarca lo remarca Kraus: “Un bello morir honra toda una vida”. Las terapias fútiles no deberían administrarse.

La medicina tiene recursos infructuosos aún cuando sabe que, en ocasiones, ya nada es válido. Los países ricos prolongan la vida a costa del sufrimiento, a costa del dolor. Al final la gente termina en una cama de hospital. Susan Sontag: nacemos con dos pasaportes, el de la salud y el de la enfermedad. Tarde o temprano habremos de adentrarnos al reino de la enfermedad. ¿Qué hacer con aquellos aquejados de un problema fisiológico pero en lucidez absoluta? ¿Qué hacer si alguien cae en el abismo de una degradación cerebral en la entereza de su cuerpo?

Enfermedad, dolor, tratamiento, exigen una respuesta ética.

La palabra, el tacto, el acompañar hasta al final a quienes van a morir, debería sustituirse por los paliativos engañosos. En la manera de elegir las formas del moribundo para “decir adiós” se halla la dignidad.

No sobran las palabras ni la cercanía hacia el enfermo aunque. Algo lento pero seguro nos recorre como un fantasma: el tiempo. Nos transforma, nos aleja, nos aniquila.

Arnoldo Kraus deja varias interrogantes. Si “la bioética y la ética médica serán la filosofía del S. XXI” es hora de repensar dos cosas: ¿Los crónicos deber ser sujetos de tratamientos inútiles? ¿Se debe insistir en el derecho que toda persona debiera ejercer para morir con dignidad? Opción ética, válida. Paliar el dolor debe ser otra consigna de la bioética.

Una enorme propuesta, una celebración a la vida.

@Coleoptero55


  • Juan Gerardo Sampedro
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