Variaciones, sólo eso: me refiero al título de P.D. James “Todo lo que sé sobre novela negra” (Ed, B, Barcelona, España, 2017) y ahora, luego de releerlo, muchas dudas vuelven, casi como al principio. Es decir: suele afirmarse que en América Latina el género no ha tenido el desarrollo deseable. Los motivos son bastantes. Puedo citar, injusto sería no hacerlo, al cubano Luis Rogelio Nogueras (“Y si muero mañana”), a Rafael Bernal en México (“El complot mongol”) y al argentino Osvaldo Soriano (“No habrá más penas ni olvido”). Sé que olvido autores representativos pero ahora sería imposible enunciarlos.
P.D. James pone en duda el éxito de la novela negra que se estaciona en la “Edad Dorada” (los diez años que van de la Primera a la Segunda Guerra Mundial). Muestra un ejemplo: lo mejor del género no se escribió durante ese periodo. Entonces analiza la obra de grandes creadores pero -su sabiduría es incuestionable- anota las condiciones que debe llevar, para que lo sea verdaderamente, una novela negra: uno: que haya una policía honesta; dos: un crimen; tres: uno o varios sospechosos.
De ahí se desprende la acotación de la crítica calificada cuando se afirma que por eso no hay novela negra en México. Ya se ve: crímenes impunes, policía no capacitada, etcétera. He leído muchas novelas que, en efecto, no mantienen las condiciones que subraya P.D. James, aunque agreguen otras más, quizá menos eficaces.
Luego, la misma P.D. James resume lo que los estudiosos de la novela negra agregan, una regla sagrada: el detective -o policía- nunca debe saber más que el lector. Y más aún: lo sobrenatural queda descartado, el criminal debe mencionarse desde el principio, no más de una habitación o pasaje secreto, nada que requiera explicación científica, no deben aparecer chinos ni gemelos o dobles en la obra.
La explicación acerca de la ausencia de los chinos se debe a su astucia y a su propensión al asesinato.
Así, muchas novelas que se clasifican “negras” no lo serían, incluyendo aquellas que son ficciones donde aparece el recurso de la sátira hacia el detective o a la policía.
¿Entonces nuestra excelente novela policiaca de Rafael Bernal, “El complot mongol”, no lo es? Fuera de eso, en efecto, sigue habiendo un vacío del género negro en México y en Latinoamérica, salvo raros casos aislados, así el complejo panorama.
Juan Gerardo Sampedro
@Coleoptero55