Nota roja y ficción (anecdotario)

Ciudad de México /

Rara mi infancia. He documentado en varios espacios que tuve una tía Agente del Ministerio Público que acostumbraba llevarme con ella a las diligencias que hacía. Lo vi todo, todo lo que quizá un niño no podría ver, todo eso que la gente llama desgracias. Si lo reescribo es porque nunca lo he olvidado. Ya luego, al correr de los pocos años y siendo un joven estudiante de Psicología Clínica, me instalé a vivir en una calle de mala fama entonces.

Cerca de ahí, a otras dos peligrosas calles, un restaurante daba servicio toda la noche. Una vieja costumbre estudiantil era la de visitar un café y luego otro; muchos de mis contemporáneos los recordarán como sitios importantes, tranquilos.

Y alguna vez —también lo traigo a la memoria como si hubiera ocurrido hace cinco minutos— una mujer entró dando tumbos al extraño restaurante y mató de varios balazos a un hombre de traje oscuro que se hallaba en la barra de granito.

Al otro día busqué los medios impresos y ahondé en la información. Nada me asombraba ya, nada. ¿Cómo habría de asombrarme algo que había visto siendo un niño?

Trabajé luego cubriendo la fuente policiaca en un medio que me dio esa responsabilidad. Asombroso que los foto periodistas tuvieran primicias. No me lo explicaba, ellos tenían archivos de abundantes imágenes rojas.

Participé como comentarista de una muestra fotográfica sobre el tema y comencé a narrar los vínculos entre la ficción y la creación literaria. Así, colaboré para varias revistas de circulación nacional.

El método era simple: leía la nota roja y luego la reconstruía como si se tratara de una ficción más. Lo hice durante muchos años. Esto —lo he expresado en muchas ocasiones— lo entiendo bien si me remonto a las circunstancias mismas que me llevaron hasta esos terrenos. No me arrepiento.

El resultado sólo está en los archivos. Fue interesante pero ahora no me ocuparía de regresar al proyecto. Aunque los estudios sobre semiótica y semiología comenzaban a ganar interés, no se me ocurrió aplicarla a lo que estaba realizado. Debo admitir que me es aún difícil adentrarme a la teoría de la semiótica. Admito, sin embargo, que me adentré a múltiples archivos buscando proyectos. Terminé redactando ficciones sobre hechos reales, los que aparecían en los medios: un espléndido ejercicio que me facilitó la lectura de clásicas novelas policiacas.

Juan Gerardo Sampedro

@Coleoptero55


  • Juan Gerardo Sampedro
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.