Así, ¿cómo entender Tlatlaya?

Ciudad de México /

Ya no entendí. En el tema de Tlatlaya, ¿solamente debemos de creerle a la CNDH, al Centro Pro DH o al Alto Comisionado de la ONU para los derechos humanos?

No entiendo. Si el magistrado del Sexto Tribunal Unitario determinó que no se puede comprobar la culpabilidad de los tres militares
—que al momento de ser juzgados tenían calidad de civiles—, ¿tampoco debemos creerle?

Es imposible entender que ninguna autoridad respalde la denuncia que fue a imponerle a la CNDH Mariana García, abogada defensora de los tres militares liberados, en el sentido de que la comisión viola la Constitución y los tratados de la Convención Americana de Derechos Humanos que establecen la obligación de toda autoridad a respetar y garantizar los derechos humanos de las personas y su presunción de inocencia, mientras no se establezca legalmente su culpabilidad.

La CNDH no acepta la decisión del magistrado y públicamente exhibe a los militares como culpables de los delitos que no han podido comprobarse.

¿Cómo entender la fabricación de mentiras que el Centro Pro DH ha hecho en torno a Tlatlaya? Esa organización jesuita ya recibió indemnizaciones por parte del Estado mexicano, entonces deberían devolverlas, ya que no existe el delito que se supone ellos recrearon para encontrar voz, impulso y por supuesto recursos.

No entiendo, ¿cómo no se han dado cuenta "algunos" de que este Centro Pro es el victimario de Clara Gómez, mamá de Erika, la joven delincuente que participó y murió esa noche en el enfrentamiento con los soldados?

Esta semana, tanto en el noticiero matutino del periodista Ciro Gómez Leyva como en el programa de Carlos Puig en MILENIO Televisión, fue evidente el aleccionamiento, estrés y tortura a la que esta organización la tiene sometida.

¡Pobre mujer! La dirigen hasta con los ojos.

La llaman sobreviviente para hacerla parecer ante la opinión pública como si los soldados le hubiesen perdonado la vida. Clara y las otras dos mujeres que se supone son testigos en realidad estaban desempeñando esa madrugada su oficio de sexo-servidoras. Estaban tiradas dentro de tres camionetas que estaban en la bodega, por lo que no pudieron ver absolutamente nada.

¿Cómo entender que a Fernando Quintero, Roberto Acevedo y Leobardo Hernández —así se llaman los soldados liberados— no se les dé calidad de víctimas? ¡Lo son!

Lo que sí se puede entender es el exceso de la CNDH, ya que el artículo 13 de su ley orgánica les otorga una especie de fuero, donde no pueden ser detenidos, por ninguna autoridad, cuando difaman, exhiben o de plano mienten en torno a algo.

¡Que alguien me explique!

jibarrolals@hotmail.com
@elibarrola

  • Juan Ibarrola
  • j.ibarrola@cadenademando.com
  • "Columnista de seguridad y Fuerzas Armadas. Creador de @CadenaDeMando, colaborador @Milenio. Todos los sábados y lunes a las 18:00 hrs @mileniotv"
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS