La trampa al general

Ciudad de México /

En México, desde siempre en su historia, se ha buscado poner en controversia a los militares ante la opinión pública. En esos intentos, si se puede involucrar el prestigio de un general, es por mucho más atractivo mediáticamente y, de ahí, socializarlo para generar un impacto político.

La relación que en los últimos 100 años ha existido entre civiles que gobiernan y militares que fortalecen los gobiernos es una “diana de tiro” para tratar de debilitar indirectamente al gobierno. Los que antes gobernaban defendían a tambor batiente a los militares, sin embargo, cuando quedaron fuera del poder gubernamental, se convirtieron en detractores para tratar de evidenciar al gobierno que esté en turno, vía los supuestos excesos, abusos y corrupción de los militares.

Cuando a un general se le comprueban delitos, entonces, es la propia institución quien lo detiene y lo procesa, de acuerdo a la Ley de Justicia Militar, o bien, se le entrega a la justicia civil para que pague.

Cuando termina un sexenio, se recrudecen esas campañas no contra la institución, más bien en contra de uno de unos generales para desprestigiarlos. Lo anterior será siempre un ejercicio cíclico que desafortunadamente se va a seguir presentando durante muchas décadas.

Después de estar dos años preso, el general (en retiro) José Rodríguez Pérez obtuvo por un juez un cambio de medida cautelar para llevar su proceso en libertad, abandonando la prisión del Campo Militar Número 1, el día 9 de este mes.

Quien debe estar verde de coraje es Alejandro Encinas, quien desde su poder como subsecretario de Gobernación hizo absolutamente todo por inculpar a militares en el caso Ayotzinapa. Encinas, fue vil, cínico y arrogante. Se comprobó que su “famoso” informe sobre los hechos sobre el secuestro, homicidio y desaparición de los 43 estudiantes estuvo plagado de falsedades y de la compra de testigos, otrora delincuentes confesos en el caso.

Justo la serie de inconsistencias y mentiras de Alejandro Encinas fue el motivo que lo bajó del gobierno federal.

El general Rodríguez Pérez fue encarcelado por delincuencia organizada. Nunca lo fue por homicidio, desaparición forzada o bien alguna causa que estuviera jurídicamente ligada al caso de la trágica noche de Iguala. Rodríguez Pérez, que en aquellos tiempos como coronel, era el comandante del 27 Batallón de Infantería, con sede en Iguala, fue la primera autoridad a quienes los padres de los 43 estudiantes se acercaron para pedir ayuda.

El testigo protegido por Encinas fue detenido en su momento y oportunidad por el Ejército mexicano, motivo por el cual todo lo que podía declarar en esa calidad tendría que ser, por fuerza, negativo al Ejército, encontrando en la persona del general Rodríguez el idóneo responsable para que Encinas pudiera crear un culpable.

Para el general y su familia es un gran paso su liberación y quizá de alguna manera encontrar justicia al encierro, al deterioro de su prestigio como militar con 44 años de servicio y, por supuesto, a la tranquilidad mental y emocional de su familia.

Para Alejandro Encinas es un golpe directo y contundente, de que ni siquiera desde sus ideas puede estar delante de la verdad y de lo justo.

Cabo de guardia

Desde aquí, nuestros mejores deseos de total recuperación para el general Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa y alto mando del Ejército y la Fuerza Aérea.

  • Juan Ibarrola
  • j.ibarrola@cadenademando.com
  • "Columnista de seguridad y Fuerzas Armadas. Creador de @CadenaDeMando, colaborador @Milenio. Todos los sábados y lunes a las 18:00 hrs @mileniotv"
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