Espiritualidad y religión en las Fuerzas Armadas

León /

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Las Fuerzas Armadas mexicanas son instituciones que, por su naturaleza, se rigen por la disciplina y la obediencia. Sin embargo, detrás de cada uniforme hay un ser humano que enfrenta dilemas existenciales, sacrificios personales y la constante cercanía con la idea de la muerte. En ese terreno, la espiritualidad y la religión aparecen como dimensiones invisibles en los manuales militares, pero decisivas para sostener la moral y la cohesión de quienes sirven a la Patria.

La espiritualidad, entendida más allá de credos específicos, es una brújula interior que contribuye a resistir la soledad, el miedo y la incertidumbre. No se trata de adoctrinamiento, sino de reconocer que la dimensión trascendente es parte de la condición humana. En los Estados Unidos de América y España, los capellanes ostentan rangos militares y acompañan a las tropas en hospitales y operaciones. En los campos militares de esos países también hay espacio para la profesión de todas las creencias religiosas.

La inexistencia de capellanes militares en México responde a una lógica histórica y constitucional, pero deja un vacío en el acompañamiento espiritual de los militares. Si bien esto es cierto, también lo es que algunas Diócesis de la iglesia católica nombran, dentro de sus Dimensiones, a algunos párrocos como capellanes para atender, de manera informal o extraoficial, las necesidades espirituales de militares y policías.

El soldado que vigila una frontera, una ciudad o que opera en lugares aislados, el marino que pasa meses en alta mar o el piloto que arriesga su vida en operaciones aéreas, requieren un sentido que trascienda la lógica del deber. La espiritualidad o la religión pueden ser un recurso legítimo para sostener la moral en tiempos de sacrificio. Estos catalizadores de la fuerza interior humana, como realidades innegables en las Fuerzas Armadas de México, deben ser gestionados con cuidado.

México es un país diverso en materia de fe, aunque es mayor el porcentaje o número de personas que profesan la fe católica, hay muchas otras religiones, la evangélica con sus variadas corrientes y probablemente existan judíos, musulmanes o de otras confesiones que conviven en el mismo espacio. Por ello, cualquier propuesta de acompañamiento espiritual en las Fuerzas Armadas debe ser plural, voluntaria y respetuosa de la libertad de conciencia. La neutralidad institucional es indispensable: no se puede privilegiar a una confesión sobre otra ni interferir en las leyes y reglamentos que garantizan la laicidad.

Para atender esta necesidad no reconocida, debe debatirse la conveniencia de aplicar un esquema en el que las distintas iglesias nombren capellanes, quienes no formarían parte de la estructura castrense ni recibirían rango militar; actuarían como asesores espirituales externos, disponibles para quienes lo soliciten, atendiéndolos fuera de las instalaciones militares; el Estado no financiaría ni privilegiaría a una confesión; la asistencia sería opcional y respetuosa de la diversidad. Corresponde también a las instituciones religiosas acercarse con propuestas serias, respetuosas y adaptadas al marco legal mexicano. El militar debería saber a dónde acudir para recibir atención espiritual o religiosa.

Las mujeres y hombres que integran las Fuerzas Armadas de México, son seres humanos expuestos a tensiones extremas, soledad y riesgos permanentes. En ese contexto, la espiritualidad o la religión son recursos vitales para cumplir con su misión sin sucumbir ante la presión. La fe, en cualquiera de sus formas, puede ofrecer sentido, fortaleza y esperanza, evitando que el militar recurra a salidas fáciles y destructivas como el suicidio, una agresividad descontrolada o caer en adicciones. Reconocer esta dimensión trascendente es, por tanto, una manera de proteger la integridad del soldado y de asegurar que su servicio se mantenga firme y humano frente a las adversidades.


  • Juan Manuel Díaz Organitos
  • General retirado del Ejército Mexicano
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