Quizás hayan escuchado el término metaverso recientemente en las noticias, en películas o en memes y la mayoría se han de estar preguntando qué es el metaverso y, más importante, si es algo más que una palabra en boga. En resumen, el metaverso es la Matrix. Sí, la de las películas. Al menos una versión 1.0 o beta de la matriz global a la que la inteligencia artificial que conquista el planeta nos tiene conectados para usarnos como pilas AA. Y a la otra pregunta… Sí, sí es algo real. Las redes sociales nos han introducido a la experiencia de una vida virtual. Ha sido y continúa siendo un camino escabroso. En un principio, la experiencia de platicar usando pseudónimos en chats sin gráficos estaba tan distante de nuestros cinco sentidos que el mayor riesgo era la seguridad falsa que generaba el estar intercambiando pensamientos con un monitor sin cara. Hoy en día el riesgo ha dado una vuelta de 360 grados. Lo que vemos en redes sociales es tan realista que nos da una seguridad falsa que lo estamos viendo no es ficción cuando demasiadas veces, sí lo es.
El metaverso es el siguiente paso en esta inmersión virtual. Si las redes sociales son ventanales abiertos entre una vida virtual y una terrestre, el metaverso es una vida virtual encapsulada de la vida terrestre. Si en las redes sociales experimentas tu vida y las de los demás a través de un lente que distorsiona esa realidad, en el metaverso se elimina por completo la conexión. En el metaverso tu identidad es la que tú mismo generas, que no debe tener características de, o conexión alguna a tu identidad terrestre.
Si alguna vez has jugado videojuegos MMO RPG (juegos en internet para múltiples jugadores que están actuando como los personajes), como el famoso World of Warcraft, esos son metaversos contenidos. El metaverso del que estamos hablando va a ser un mundo virtual universalmente aceptado, uno en el que “no estamos jugando”. En efecto, la visión del metaverso es uno en el que podríamos desempeñar nuestros trabajos, invertir ahorros y sostener relaciones afectuosas. La diferencia más grande, es una de identidad. Mientras hay quienes ven a las redes sociales como un apéndice inalienable a la realidad, colectivamente seguimos estando de acuerdo que la realidad es la terrestre y no la virtual. En el concepto del metaverso no tendrías una junta de trabajo por videochat, irías a tu oficina virtual y tu avatar (la representación gráfica de tu persona en el metaverso) se sentaría en una sala de juntas con los avatar de tus colegas y tendrían la junta. Con el uso de realidad virtual y tecnología sensorial, estas y otras experiencias en verdad se van a sentir reales. Hablar del metaverso ahorita es como haber hablado del internet antes de que se propagara; teníamos ideas y nociones, más no específicas. Los gráficos aún se ven como un videojuego. Mientras que Google y Apple están en una carrera de gastos en investigación y desarrollo y muchos consumidores ya están invirtiendo en sus vidas virtuales en NFTs y criptomonedas, aún no sabemos cómo vamos a interactuar en él. Todo indica que con realidad virtual, tecnología sensorial e inteligencia artificial nuestros cerebros aceptarán al metaverso como real, al igual que la mayoría de las personas no pueden distinguir la realidad de la mentira en redes sociales. Cada día el presente se acerca más a la ficción. Ojalá podamos aprender las lecciones de las historias de nuestra imaginación sin tener que sufrir las consecuencias terrestres para hacerlo.
Juan María Naveja Diebold
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