Todos hemos escuchado el refrán de Winston Churchill, “la historia la escriben los ganadores…” Una frase primordialmente cierta a lo largo de dicha historia. Desde que los humanos comenzaron a dejar un recuento ancestral verbalmente y a través de la antigüedad, la época medieval, renacentista, industrial y hasta la modernidad, la historia la escribían los ganadores de las guerras, de entrada porque eran los únicos sobrevivientes con capacidad de contarla.
Pensamos en los imperios grecorromanos como campeones idealistas del progreso en la humanidad y en sus oponentes como bárbaros salvajes en gran medida porque el registro que quedó de esa época lo escribieron historiadores grecorromanos. No hay tantas fuentes contemporáneas de civilizaciones que fueron erradicadas y durante siglos a nadie le interesaban visiones alternativas de la historia.
Al igual sucede con el apogeo de los imperios europeos, incluyendo su conquista de América. Aún las bitácoras que contienen descripciones desde el punto de vista indígena fueron escritas por europeos e ignoradas durante siglos al punto que es difícil reconstruir una recolección de esos periodos que cambie el paradigma que establecieron los conquistadores.
Sobran ejemplos para simplemente confirmar que durante los primeros milenios de la historia humana solo existía una versión como la verdad universal. Lo interesante es cómo nos adaptamos en este cruce de poder para ver al pasado como una verdad universal que nos permita vivir un presente que será escrito desde muchos puntos de vista.
De acuerdo a los medios paraestatales en Rusia, la invasión a Ucrania es una heroica intervención para liberar a una población etnográfica y culturalmente rusa y prevenir ataques futuros del occidente. Para el resto del mundo es un megalómano queriendo apropiarse de un país ajeno y dispuesto a asesinar civiles sin remordimiento para hacerlo. Hasta hace un poco más de 100 años, solo una de estas dos versiones se convertiría en historia, la del ganador del conflicto. Hoy en día, todo lo que está siendo escrito y grabado del conflicto deja un registro al que se podrá consultar en el futuro.
Un ejemplo local es la presidencia de López Obrador ¡Viva Andrés Manuel I! ¡Viva! Algún estudiante en el futuro podría ver los resultados electorales y de encuestas y creer que fue el presidente más popular de la historia, cuando la realidad en el momento es que mientras que definitivamente es de los presidentes más populares, también es el más odiado por un sector importante, al menos de mi vida.
No tenemos idea de cómo se recordará la época que estamos viviendo. En general, los humanos hemos buscado versiones absolutas de nuestra realidad, vivir en matices de gris nos causa conflicto. Hay muchas personas que están viviendo esta era convencidos de una versión u otra de los eventos y cerrados a escuchar las alternativas. Los efectos en lo combativo que se ha vuelto nuestro discurso y relaciones políticas son evidentes. Será interesante ver cómo se desenvuelve el recuerdo sin consenso, incluso no me sorprendería un desinterés por la época dado a la misma falta de definición de una sola versión de lo que está pasando.
@JMNaveja