Lo que faltaba. Por si fuera poco, a todo lo que ha hecho el presidente de los Estados Unidos, ahora hay que sumar su arremetida contra Jerome Powell, cabeza de la Reserva Federal. Hay que recordar que Powell llegó a ese cargo porque en su periodo anterior, Trump lo designó y el Senado lo ratificó. De hecho, así es en muchos países del mundo, incluido México. No olvidemos que la responsable del Banco Central en el momento, Janet Yellen, fue orillada a renunciar; también porque Trump la descalificaba constantemente. Fue así que Yellen renunció y llegó Powell, que también sirvió durante toda la administración de Biden.
El nuevo descalabro del mercado obedece al desorden que podría ocasionar una posible salida de Powell que, a los ojos del mercado y el mundo, ha hecho un muy buen papel.
Los bancos centrales son autónomos y no deben obedecer o actuar por instrucciones de nadie. El mandato de la mayoría es el control de la inflación y, en algunos casos, como en el de la FED, también promover crecimiento económico.
Así que si Trump cree que puede controlar a la Reserva Federal y moverla a su antojo, está en un grave error, porque no es así.
La incertidumbre que hoy vivimos, sumada al desastre arancelario, tiene que ver con la presión del Presidente sobre la FED, que podría orillar a Powell a renunciar. El mercado quiere a Powell y le cree; además de que lo considera competente y apto para el puesto. Se sabe que no se subordina ni se deja presionar por lo que diga Trump. Insisto: no es su jefe. Así que lo que preocupa es que el Presidente norteamericano nomine y el Senado, de mayoría republicana, ratifique a un posible Banquero Central que sea un títere, una especie de “yes sir”, con el cual la Reserva Federal perdería su autonomía.
Sigue la temporada de reportes y, de nuevo, ha sido mejor a lo esperado. Pero con todo este ruido, difícilmente los precios lo reflejan.
Estoy convencido de que las cosas se van a acomodar y que todos estos activos -hoy sumamente depreciados- van a subir y pasar los niveles en los que estaban. La razón de su baja no es imputable a razones estructurales propias.
El peso aparenta estar fuerte en su cotización frente al dólar; pero no es así. Es el dólar el que se debilita contra todas las monedas, producto de esta crisis provocada por el presidente Trump.