El peso vuelve a ubicarse por debajo de los 18 pesos por dólar. Y no, no es que México o el peso estén extraordinariamente fuertes por sí solos. Lo que estamos viendo es la combinación de varios factores, pero el más importante es la debilidad del dólar estadunidense, algo que, por ahora, resulta conveniente.
Las políticas actuales del gobierno de Estados Unidos, el cambio de preferencia de los inversionistas hacia activos refugio como el oro, el euro o incluso las criptomonedas, y el hecho de que la Reserva Federal sigue bajando las tasas han provocado una salida relevante de flujos del dólar.
¿Significa esto que el dólar dejó de ser la moneda de referencia global o la más líquida del mundo? En absoluto. Estamos muy lejos de que eso ocurra.
Lo que sí es una realidad es que muchos bancos centrales e inversionistas han aprovechado este entorno para diversificar sus portafolios hacia otras monedas y activos, y hasta ahora esa estrategia les ha funcionado.
Dentro de ese contexto, el peso mexicano ha sido una de las monedas más beneficiadas, o dicho de otra forma, de las que más se han fortalecido. El diferencial de tasas de interés sigue jugando un papel clave. Aunque Banxico, incluso esta misma semana, lleve la tasa a niveles cercanos a 7 por ciento, sigue siendo atractiva frente a otras economías y permite una estrategia muy conocida en los mercados: el carry trade.
El carry trade consiste en pedir prestado en una moneda con tasas bajas y colocar ese dinero en otra moneda que paga una tasa más alta. Por ejemplo, pedir dólares a 4 por ciento e invertirlos en pesos a 7.25 por ciento. A esto se suma que, en los últimos meses, la apreciación del peso también ha generado ganancias adicionales.
¿Dónde está el riesgo? En que el tipo de cambio se mueva más que el diferencial de tasas. Si eso ocurre, las pérdidas pueden ser importantes. Esta operación es muy común en los mercados financieros globales y con el peso mexicano es especialmente popular porque requiere una moneda altamente líquida. El peso es hoy la cuarta moneda más líquida del mundo, solo detrás del dólar, el euro y el yen, y la más líquida entre las monedas emergentes.
Lo que no me gusta es que los fundamentales, que al final son la base más importante para sostener una moneda fuerte, se han venido deteriorando. En particular, las finanzas públicas y el nivel de endeudamiento del país han aumentado de forma constante año con año. Esto provoca que esta aparente fortaleza del peso pueda revertirse rápidamente, incluso con movimientos bruscos de un día para otro.
Además, con el tiempo, el diferencial de tasas seguirá reduciéndose y el carry trade se vuelve menos atractivo y más riesgoso.
Por último, vale la pena recordar que una moneda demasiado fuerte no siempre es buena noticia. Afecta a los exportadores, hace que las importaciones sean mucho más competitivas frente a lo Hecho en México y genera desequilibrios. El tipo de cambio debe encontrar un punto razonable de equilibrio: ni en 17 ni en 22 pesos.
El peso hoy luce fuerte, pero no invencible. Entender por qué se fortalece es tan importante como entender qué puede hacer que ese movimiento se revierta.