Golpistas y ultras en tiempos del virus

  • Doble fondo
  • Juan Pablo Becerra-Acosta

Ciudad de México /

Hace algunos meses, cuando el Presidente de la República habló de golpismo me parecía delirante escucharlo… hasta que un militar tuvo expresiones con tufos golpistas (22 de octubre, el general Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, subsecretario de la Defensa con Felipe Calderón). Pasaron los meses y el 7 de abril el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Carlos Salazar Lomelín, tuvo que parar en seco a uno de sus colegas: en medio de una videoconferencia le dijo que, si quería que Andrés Manuel López Obrador fuera removido del poder, buscara su revocación de mandato: “Si eso es lo que todos queremos, unámonos, nada más que tenemos que tener 30 millones de mexicanos detrás”.

Esa idea para alterar el orden constitucional proviene de gente que no se ruboriza al exhibir sus arrebatos antidemocráticos: se trata de grupos ultras de panistas, priistas, empresarios y comunicadores acostumbrados a la cercanía con el poder durante muchos sexenios, y que ahora están dedicados en las redes sociales a generar la percepción de caos.

Entre ciudadanos comunes, sus ideas son esparcidas a través de WhatsApp, Twitter, Facebook y YouTube: con mentiras (“Te van a quitar tu dinero”), fomentan miedo. Yo recibí varias instigaciones provenientes de grupos de millonarios que desde hace años viven en Houston y Miami, donde guardan sus dineros. “¡Cómo le hacemos para sacar a este pinche inepto!”, se atrevió a preguntarme uno de ellos, asumo que confundiéndome con Pedro Ferriz de Con. “Solo ladran contra AMLO y no pasa nada”, se quejó otro.

Pero no solo son ellos: gente que habita en México los emula. Son personas que se educaron en la corrupción y que ahora no saben cómo ejercer sus transas ni dónde abrevar cochupos. Quedaron huérfanos de grandes embutes, de copiosos fees, y con un lenguaje trasnochado, como de la guerra fría, no solo coquetean con una asonada, sino que buscan el descrédito irreversible del Presidente.

Proliferaron tanto esas incitaciones que la agrupación de Margarita Zavala y Felipe Calderón tuvo que deslindarse: “México Libre no apoya ni apoyará, ninguna iniciativa real o virtual que busque acciones contrarias a la Constitución en contra del gobierno, así se trate de uno tan malo como éste (sic). La única vía democrática y constitucional que reconocemos, es la electoral. Quitémosle la mayoría a Morena en 2021 y luego participemos en la revocación de mandato del 22.”

En horas recientes, esos extremistas han desesperado: apenas disimulan sus anhelos para que haya una tragedia (decenas de miles de muertos por la pandemia) y la peor debacle económica en casi un siglo, con tal de que le vaya pésimo a la llamada 4T.

Desgraciadamente, en política los extremos se tocan. El Presidente se refleja en el espejo de esos golpistas, en su intolerancias y tergiversaciones: la semana pasada estigmatizó, una vez más, a algunos de quienes osan criticarlo. Y claro, acatando sus peroratas, sus fanáticos establecieron en redes sociales una especie de comité fascista que determina quiénes son buenos o malos periodistas.

Entre golpistas y ultras, estamos jodidos políticamente: deberíamos ignorarlos y dedicarnos a escribir solo de médicos, enfermos y desempleados…

jp.becerra.acosta.m@gmail.com
@jpbecerraacosta

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