El primer intento de realizar acciones contra la inflación y la carestía no fue suficiente, con los precios de la canasta básica propuesta, incluso a pesar de la aplicación de 400 mil millones de pesos para subvencionar la gasolina y de la elevación de las tasas de interés, que dañan gravemente a la economía. Ahora se intenta una ampliación del paquete de acciones contra la inflación y la carestía, el APACIC, que intenta reducir en 8% (como noventa pesos), el precio de 24 productos de la canasta básica.
Y a cambio de estabilizar los precios de este grupo de productos se otorgará a las compañías participantes una licencia única para las actividades de importación y distribución de alimentos e insumos, con la cual se les eximirá de trámites y permisos. Ahí viene el asunto, incluyendo aquellos del servicio de sanidad y calidad, de la comisión federal para la protección de riesgos sanitarios, así como del impuesto general de importación: la falta de revisión sanitaria sí representa un alto riesgo para la población, es decir, poner la salud del pueblo de México en manos de los comerciantes parece riesgoso.
En realidad todo esto no parece que pueda impactar a la inflación de manera sustantiva, porque no tiene un efecto generalizado. Los comerciantes pueden bajar los precios a estos lotes específicos y subir los demás precios, impactando a las clases medias.
Las medidas de control inflacionario, para que tengan efectos, deben aplicarse a toda la economía, no solo a sectores específicos, pues la inflación es el aumento generalizado de precios, no solo de la canasta básica. Así, la reducción debe ser también generalizada y podría ser -por una parte- un sacrificio fiscal, por ejemplo reducir el IVA (digamos 6 por ciento) y por otro uno empresarial, como controlar los precios mediante un análisis de costos y de esa manera acabar con otra forma de inflación, la “greedflation” o inflación de la codicia, que es el nombre que se da a un aumento de los márgenes de ganancia como consecuencia de un aumento artificial y arbitrario de precios. Igualmente, reducir los márgenes de intermediación en algunos productos que elevan los precios hasta en 300 por ciento.
Recordemos la ley de Murphy que establece que si algo malo puede suceder, sucederá. Parafraseándola podríamos decir que, si los comerciantes pueden subir los precios… pues los subirán.
Julio C. Vega Olivares