Que existan actos de corrupción en Pemex no nos sorprende, parece que estamos acostumbrados a ello, sobre todo con la llegada del modelo neoliberal y la adopción de estructuras gerenciales privatizadoras y sobre todo del perverso contratismo.
Así la privatización se convirtió en una versión idílica de la eficiencia y de la honestidad, haciendo énfasis en que el sector privado y su participación en Pemex elevaría la productividad y reduciría la corrupción, sin embargo, eso no sucedió.
Recordemos que el presidente Vicente Fox pretendió poner en práctica el proyecto Fénix, invitando a la iniciativa privada a invertir en la petroquímica. Este proyecto no tuvo éxito porque el sector privado quería que el gas de sus procesos fuera subsidiado por el gobierno a través de Pemex y Vicente Fox se negó.
Al llegar a la presidencia, Felipe Calderón hizo lo que ni Vicente Fox quiso hacer y autorizó a Braskem, una compañía ligada a Odebrecht y asociada a la mexicana Idesa, que integran el complejo Braskem-Idesa, la construcción de una planta de desintegración térmica de etano, para producir un millón de toneladas anuales de polietileno de alta y baja densidad.
Para esta planta Pemex firmó un contrato de suministro de etano por 2 millones 980 mil metros cúbicos diarios, con un precio de descuento de hasta 30% respecto a cotizaciones internacionales y se impusieron penalizaciones a Pemex si no cumplía con este contrato, cuando era sabido que Pemex no producía suficiente etano y que habría que importarlo caro y venderlo barato, lo que sucedió, y ahora Pemex acumula pérdidas de miles de millones de pesos y Etileno XXI enormes ganancias.
Por si fuera poco, Felipe Calderón firmó un decreto por medio del cual se aumentó el impuesto de importación del polietileno, para eliminar la competencia a Braskem-Idesa, quienes se apropiaron del mercado nacional, o sea clavo y martillo, y conociendo a Odebrecht y sus métodos de persuasión es fácil imaginarse lo sucedido.
Enrique Peña Nieto ratifico el contrato de suministro de Etileno XXI, sobre el cual existe denuncia ante la FGR, que describe un esquema criminal armado entre empresarios y servidores públicos en perjuicio de la hacienda pública y de Pemex.
Este es quizás el acto de corrupción transexenal más emblemático del país. Al respecto, el Presidente López Obrador manifiesta que en su opinión este contrato debe ser revisado para cancelarlo por ser contrario al interés nacional. Pues sin duda ya basta que se trate a Pemex como una empresa propiedad del presidente en turno, considerando que estos contratos y decretos no fueron firmados gratis.