López Obrador no fue un presidente al que le interesó participar en foros internacionales. No era su fuerte. Prefería concentrarse en México. Por fortuna, Sheinbaum decidió cambiar de rumbo. Su reciente participación en el G20 en Río de Janeiro marca un giro significativo hacia una México más activo en la arena global.
Para Sheinbaum, la cumbre de Río no pudo llegar en un mejor momento. Por un lado, le permitió dejar atrás una racha de malas noticias domésticas, como la controvertida reelección de Rosario Piedra Ibarra en la CNDH. Por el otro, y más importante aún, le dio la oportunidad de enviar un mensaje claro de independencia con respecto a su antecesor.
Con el regreso de Trump a la Casa Blanca, el mundo se prepara para un cambio hacia políticas más proteccionistas y menos favorables al medio ambiente. Sheinbaum hace bien en aprovechar foros como el G-20 para impulsar los intereses de México y forjar relaciones personales con líderes de países estratégicos.
La relación entre EU y China será particularmente compleja durante los próximos años, lo cual presentará oportunidades y riesgos para el país. La creciente tensión entre las superpotencias que se espera con Trump podrá contribuir a impulsar el nearshoring, pero también tiene el potencial de complicar nuestra relación con China. Como he escrito en este espacio, si estamos forzados a tomar partido, nuestra apuesta debe de estar siempre del lado de EU, nuestro principal socio comercial.
Con respecto al cambio climático, también se avecinan ajustes relevantes a raíz del regreso de Trump, quien ha manifestado su intención de retirar a su país del Acuerdo de Paris. Independientemente de que cumpla su promesa (y no hay razón para dudarlo), todo apunta a que su administración les restará apoyo a las energías limpias e impulsará las fósiles (“drill baby drill”). Esta postura es la opuesta a la que anunció Sheinbaum al inicio de su gobierno. En mi opinión, algunos aspectos de su estratégica son un error, como el de limitar la producción de crudo de Pemex. Habrá que ver si el nuevo orden climático que impondrá Trump altera sus planes.
La política exterior de México podría enfrentar cambios significativos. Con Trump endureciendo su postura hacia gobiernos como los de Venezuela y Cuba, el margen de maniobra para mantener relaciones amistosas con estos países será menor. Por otro lado, el autoritarismo que podría caracterizar el nuevo orden global encaja con el estilo dominante del partido de Sheinbaum, lo que podría fortalecer su posición interna.
Notas mediáticas acerca de la participación de Sheinbaum en el G-20 se centraron en supuestas contradicciones entre lo que propuso en Brasil y lo que hace en el país. Me parece que la noticia relevante es que México está volviendo a conectar con el mundo tras años de aislamiento. Ojalá que este sea el principio de varios contrastes de Sheinbaum con políticas de su antecesor que fueron nocivas para el país.