Las elecciones municipales en España nos han dejado un prólogo de lo que pueden ser las elecciones generales a celebrarse a finales de este 2023.
La derecha del Partido Popular ha obtenido algo más de 7 millones de votos, el 31.5% (9 puntos más que en 2019), frente a los 6.2 millones de votos obtenidos por el PSOE, que alcanza el 28% del total de la votación (1 punto menos que hace 4 años). Pero esa diferencia no tan grande en votos, con un PP que ha recuperado casi todo el voto que en algún momento se fue a Ciudadanos, le ha servido para quitarle al PSOE 6 de las 10 comunidades autónomas que gobernaba (Aragón, Baleares, Cantabria, La Rioja, Extremadura y la más importante, la Comunidad Valenciana), con las Islas Canarias todavía en el aire. Por si fuera poco, ha conseguido la mayoría absoluta en Madrid, aunque va a necesitar a Vox, también al alza, para formar gobierno en varias comunidades autónomas, y ayuntamientos tan importantes como los de Sevilla, Valencia, Palmas de Gran Canaria, Valladolid o Logroño.
Pero aún más importante que el retroceso del PSOE es el de la izquierda española, con Podemos a la cabeza, que con menos del 5% de los votos, ha quedado sin presencia en comunidades autónomas y capitales tan importantes como las de Madrid o Valencia.
De todas las derrotas de la izquierda, la más dolorosa, y sin duda la más significativa (Pedro Sánchez cerró su campaña ahí), es la de una Barcelona hasta ahora gobernada por Ada Colau, cuya coalición Barcelona de En comú Podem pasa a ocupar el tercer lugar con 9 concejales, adelantada tanto por el catalanismo de Junts (11 concejales) como por el PSC (10 concejales). La sorpresa, relativa, ha sido aquí también la ultraderecha de Vox, que entra al ayuntamiento con 2 concejales.
En cualquier caso, es necesario recordar que no necesariamente va a gobernar quien haya sacado más votos/concejales, sino quien reúna los apoyos necesarios para conformar una mayoría en cada ayuntamiento o comunidad autónoma (mayoría parlamentaria), por lo que entramos en un momento de negociación entre partidos para conformar esa mayoría.
A contracorriente, la izquierda independentista vasca articulada en torno a EH Bildu se convierte en la primera fuerza del País Vasco y Navarra en poder institucional (1399 concejales).
Con estos resultados, se cierra ciclo iniciado en 2014 con las movilizaciones del 15M, el famoso Sí se puede y la irrupción de Podemos (5 millones de votos en 2015) que culminó con un gobierno de coalición Izquierda Unida-Podemos-PSOE que no ofrece un buen balance en cuanto a la gestión económica, y que sufre el rechazo general post pandemia de la población contra sus gobiernos, sean tanto de izquierda como de derecha.
Ahora, tras la retirada política de Pablo Iglesias y su paso al frente mediático, la izquierda está intentando articularse en torno a la figura de la Vicepresidenta segunda y Ministra de Trabajo Yolanda Díaz, militante del Partido Comunista de España, como candidata presidencial, candidatura que hasta el momento está siendo saboteada por sus ex socios de Podemos.
Entre noviembre y diciembre podrían celebrarse elecciones generales en España, y tras los hundimientos tanto de Podemos como de Ciudadanos, parece que el bipartidismo vuelve a España con una ventaja momentánea para el Partido Popular que lidera Feijóo que de todas formas no va a tener fácil conformar gobierno en caso de ganar las elecciones, pues probablemente necesitará un apoyo de VOX (que ya alcanza los 1.6 millones de votos, duplicando los resultados de las municipales de 2019) que la ultraderecha no va a dar gratis o a cambio de concesiones pequeñas. O el PP ayuda a naturalizar a la ultraderecha española y la incorpora, con ministerios, en el gobierno, o podría repetirse un gobierno del PSOE, sea este en minoría, o en coalición con Sumar, la izquierda liderada por Yolanda Díaz.
En 2021, y tras una desastrosa gestión de la pandemia, la actual Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso del PP, popularizó durante la campaña electoral la frase “Comunismo o Libertad”. Esa disyuntiva puede ser el eje del debate en las próximas elecciones generales. Y aunque falsa, e incluso estúpida, esa disyuntiva le puede dar el gobierno a una coalición de (ultra)derecha si el pueblo español vota “libertad”.