Revocatorio vs ratificación: AMLO vs AMLO

Ciudad de México /

El 10 de abril se celebrará la consulta para la revocación de mandato del Presidente de la República. Desde el inicio del proceso de recogida de firmas, el obradorismo ha convertido la consulta en un referéndum para ratificar la figura y liderazgo de López Obrador, que será la última vez que aparezca en una boleta electoral.

El resultado es más o menos previsible: no se va a alcanzar el 40% del censo que se necesita para que la consulta tenga validez legal, ante la decisión de la oposición (inteligente por una vez) de no disputar en un escenario de polarización en torno a la figura de un López Obrador que mantiene una popularidad por encima del 50%. Y precisamente por eso el resultado será de alrededor de alrededor de un 90% de apoyo a que el primer mandatario siga en la Presidencia de la República hasta que termine su mandato el 1 de octubre de 2024.

Dado que un resultado mayoritario en contra de la revocación no está en duda, la verdadera incógnita a resolver el 10 de abril es cuántos votos va a poder movilizar el obradorismo en las urnas. En la pasada elección intermedia de 2021, entre Morena (16.7 millones de votos), Verde (2.6) y PT (1.6) sacaron 21 millones de votos, a los que con matices, podríamos sumar los 3.4 millones de votos de PES (1.3), Fuerza por México (1.2) y Redes Sociales Progresistas (0.9). 24 millones de votos sociológicamente obradoristas en principio, que se acercan a los 30 millones de votos que apoyaron a López Obrador en 2018. Por lo tanto, y a pesar de que se instalarán menos casillas y se perderá algo de voto rural, un resultado óptimo para el obradorismo debería de ser de alrededor de 20 millones de votos.

Teniendo en cuenta también que se obtuvieron 11 millones de firmas para impulsar el revocatorio, un resultado más probable estará entre 11 y 20 millones, donde 11 sería un muy mal resultado que indicaría una pésima capacidad de operación territorial de Morena, y 20 un buen resultado que demostraría que se sigue reteniendo el apoyo popular y la capacidad de movilización de cara a 2024.

La decisión que tomó en su momento Andrés Manuel López Obrador de someterse a un revocatorio a mitad de su mandato, puede convertirse en un arma de doble filo. No porque haya ningún riesgo de perderlo, que nunca lo hubo, si no porque si no hay un número suficiente de votos que demuestren músculo político, la consulta será un evento contraproducente en un momento en que en el debate público están tanto las 6 elecciones a gubernaturas de junio, como la aprobación de la reforma eléctrica.

En ambos casos también podemos encontrar parámetros para cuantificar el momento del obradorismo. Si se ganan 5 de 6 gubernaturas (Quintana Roo, Oaxaca, Hidalgo, Durango y Tamaulipas) como se aseguraba hace pocos meses, será un éxito. Con 4 gubernaturas de 6 sería un resultado normal, y 3 de 6 (perder Aguascalientes, Durango y Tamaulipas) un mal resultado.

En el caso de la reforma eléctrica, en principio su aprobación marcaría la segunda mitad del sexenio de manera positiva (probablemente el evento más relevante del ciclo 2022-2023) y su no aprobación sería un mal indicador. Aunque López Obrador está dando algunas señales de que podría dar por amortizada la aprobación de la reforma (PRI y MC no van a dar sus votos a cambio de nada, no tienen como “vender” el hipotético apoyo a sus electores) a cambio de pasar de nuevo a un escenario de polarización con la oposición para mejorar la performance en las elecciones estatales.

El problema es que a 4 años de la victoria electoral de 2018, no se puede seguir gobernando desde la confrontación y la identidad opositora. Y ahí es donde con un tercio del sexenio por recorrer, pueden empezar a notarse las grietas producidas por el desgaste de gobernar, más si Morena no existe como partido ni tiene vida orgánica, aunque siga rindiendo como maquinaria electoral.

Por eso, el mayor enemigo de López Obrador no es una oposición inexistente (me atrevería a decir que hace una oposición más efectiva Loret de Mola que el PRI o el PAN) sino el propio AMLO y las decisiones que pueda tomar de aquí al final del sexenio. La más importante, la de una candidatura y posterior elección presidencial, donde el mayor enemigo de Morena hoy es la propia Morena y la posible falta de unidad, para ganar y seguir gobernando durante el sexenio 2024-2030.


  • Katu Arkonada
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