Hace pocos días se dio a conocer la noticia en Oaxaca de que Gaby y Andrea, pareja lesbomaternal, ante la falta de legislación tuvieron que ganar un amparo para obtener el derecho a registrar a su bebé.
En Coahuila, desde 2014 está legalmente habilitado el matrimonio igualitario, adopción y registro de infantes de parejas del mismo sexo, no obstante la opinión pública de la primera noticia trajo a la luz que los logros jurídicos no son proporcionales a los logros sociales de vivencia de derechos.
La familia, como institución ha existido a lo largo de miles de años, es un grupo cuyo concepto está en constante evolución al igual que sus contextos sociales.
La familia tradicional desde hace tiempo queda corta al ya no ser mayoritaria y al no incluir a toda una realidad, siendo sin embargo el concepto más normalizado que nos hace creer que existe un solo modelo predeterminado para vivirse en plenitud.
En 2012 la American Psychological Association a raíz de diversas investigaciones expresó que el desarrollo, ambiente saludable y bienestar de infantes no se encuentran relacionados con la orientación sexual de madres y padres, disponiendo de la misma probabilidad que en familias heterosexuales.
Para terapeutas familiares la diferencia no radica en la forma, sino en las relaciones que se establecen en el interior; las familias saludables son aquellas donde se promueve el bienestar individual y colectivo, existe adaptación, afecto saludable, respeto, valores éticos y resolución de conflictos que posibilitan el desarrollo, entre otros aspectos.
Aún tenemos pocos modelos visibles de familias diversas, es importante tener referentes para legitimar la idea de que construir una familia plena sí es una opción de vida dentro de la comunidad de la diversidad sexual que lo desee edificar.
Esos ideales no pueden seguir viéndose socavados por una cultura de discriminación.
Es un hecho que el debate científico ya no debiera existir; no obstante, la asignatura pendiente sigue siendo los prejuicios y los estigmas de una cultura heteropatriarcal que impide seamos una sociedad empática, respetuosa y reflexiva.
Somos capaces de conceptualizar y podemos seguir teorizando a la igualdad, los derechos y el respeto a la diversidad sexual, sin embargo, de verdad, ¿realmente lo llevamos a los actos?