Me cuidan mis amigas

  • Voces que Inciden
  • Laura H. Esquivel

Laguna /

“La princesa y la bruja, la buena y la mala, la protagonista y la antagonista”. 

Son algunas narrativas que nos construyen de las relaciones entre mujeres.

“El peor enemigo de una mujer es otra mujer”, dice una parte de la sociedad. 

Absurda e indignante afirmación cuando nos topamos con que la OMS cataloga a la violencia contra las mujeres como una epidemia mundial, o cuando encendemos nuestro televisor y conocemos la estadística que ofrece ONU de que 11 mujeres en México son asesinadas al día por razones de género; siendo principalmente los feminicidas, hombres cercanos a las víctimas.

Invito a la reflexión que han puesto sobre la mesa las feministas, de que las relaciones de competencia y enemistad son fomentadas por todo un sistema patriarcal para seguir manteniendo la supremacía de lo masculino a costa de nuestros derechos, escondiendo todas las desigualdades de género que vivimos. 

No por nada, todo logro de derechos han sido construidos por grupos de mujeres organizadas. 

¿Curioso les convenga estemos enemistadas, verdad?

No obstante, a pesar de la cultura del distanciamiento entre nosotras, siempre hemos formado relaciones de apoyo y sostenimiento aunque sea circunstanciales. 

Quizá nos venga a la mente esa vecina que “le echa un ojo” a la casa cuando nos vamos de vacaciones, a esa mujer que no supimos su nombre pero en un baño nos compartió una toalla sanitaria o a esa compañera de transporte que nos defendió o hizo resistencia con nosotras frente a un acoso sexual.

Las habilidades para pactar con otras mujeres se aprenden y se construyen. 

Debo de confesar que en mis primeros 20’s, tenía un grupo de amistad conformado por 2 mujeres y alrededor de 8 hombres en donde siendo principalmente ingenieros la sensación que mucho tiempo me llevó aceptar fue de creer en un falso estatus frente a otras mujeres y una ilusoria protección que toparon pared cuando me di cuenta de las relaciones basadas en la expropiación y violencias de hombres hacia mujeres… aunque sean tus “amigos”.

El feminismo fomenta el valor de la “sororidad” para enfrentar la arraigada misoginia de las mujeres entre mujeres, contrarrestando al estigma y oposición pública qué hay para todas.

No es de mi interés el romantizar las relaciones interpersonales entre mujeres. 

Como en toda relación interpersonal, en esa amistad entre iguales existe un eje rector llamado “justicia afectiva”, por lo tanto, habrá que habitarla desde la dignidad. 

Relaciones donde se priorice la reciprocidad, el cuidado mutuo sin anular nuestra individualidad, el goce, la alegría y si con suerte corremos, relaciones donde de la mano nos cuestionemos sobre las condiciones que vivimos tomando en cuenta nuestra diversidad.

Recordemos, nuestra amistad es transgresora y revolucionaria al desafiar los mandatos que no podemos ser amigas. 

Cómo dice Marcela Lagarde, “en lo privado nos encontramos en la amistad, en lo público nos encontraremos a través del logro de nuestros derechos”.

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