En este año 2023, ONU Mujeres asignó de tema para el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) “Por un mundo digital inclusivo: innovación y tecnología para la igualdad de género y empoderamiento de todas las mujeres y niñas” y los organismos alienados a los ODS empiezan a guiar sus acciones al mismo.
Observamos con admiración a las feministas que, aún y trabajando 365 días por la causa desde los lugares que habitan, organizan marchas y eventos conmemorativos versus al “Orden y Respeto”, lema de nuestra ciudad, pues en manifestaciones muchas veces se ha traducido a un padre punitivo de hipervigilancia “para que no se haga ruido”.
Vemos con esperanza instituciones y empresas cada vez más conscientes de la problemática de salud pública, como lo son las múltiples violencias de género, buscando apoyo de expertas en perspectiva de género para impartir capacitaciones y, en el mejor de los casos, para transversalizarla durante todo el año.
Del lado contrario, también encontramos a organismos haciendo invisible al día preguntando
¿Y los hombres qué?, o a instituciones regalando flores por ser “la creación más bella de Dios” o “por todos los sacrificios hechos”… ¿celebrar el sacrificio, felicitar la desigualdad de poder?
Es indispensable seguir en la exigibilidad para construir escenarios dignos e igualitarios para las mujeres y niñas ante los 11 feminicidios diarios, la sobrecarga de trabajo cuatro veces mayor a la de hombres y la tasa de participación económica de las mujeres del 44% sobre el 76% de los hombres (información del Gobierno de México).
El 8 de Marzo es un día para conmemorar, tanto por el origen histórico de la fecha, como por las brechas de género que aún hay que derribar.
Un día para abrazar la historia de todas las mujeres que a lo largo de milenios nos recuerdan que otros mundos son posibles; para recordar las vindicaciones inconclusas que han retrasado la participación de las mujeres en los espacios privados, educativos, económicos, sociales y políticos.