Yuya es una personalidad de internet y empresaria mexicana que hace 4 meses tuvo a su bebé llamado Mar, compartiendo algunos momentos en sus redes sociales que fácilmente generan empatía con la mayoría de la población.
Sin embargo, un sector la ha criticado por “romantizar” a la maternidad aún y cuando la influencer ha hablado abiertamente de los claroscuros que implica.
Si bien, Yuya cuenta con un contexto socioeconómico con el cual la gran mayoría de las madres de nuestro país no gozan, al analizar los comentarios podremos observar la crítica a SU DECISIÓN.
En un país donde las estrategias nacionales y estatales para la prevención de embarazos adolescentes han fracasado, con un primer lugar en abuso sexual y embarazo infantil según la OCDE y donde las brechas de género están muy lejos de lograr la conciliación familiar y laboral de las mujeres; no es difícil imaginar la incomodidad que genera el observar una maternidad elegida y libre.
No lo pudo definir mejor “Bruja De Lilit” vía Twitter: “El caso de Yuya nos demuestra que en realidad no les preocupa la maternidad. Únicamente les molesta ver que una mujer disfrute sus decisiones”.
Nuevamente volvemos a colocar en el centro que el cuerpo de las mujeres y sus decisiones siempre han estado bajo disputa, expropiación y cuestionamiento.
Recordemos que el derecho a decidir es una prerrogativa esencial de las mujeres, constituyendo un reconocimiento de nuestra autonomía, que dicho sea de paso recientemente ha sido traducido en nuestro país en materia del derecho al aborto.
Ahora también, ante los ejemplos de maternidades deseadas como las de Yuya, es posible abordar que cuando una mujer decide sobre su cuerpo, no sólo lo hace en el sentido reproductivo, sino que habla de que nosotras mismas nos abrimos las posibilidades de habitar al mundo público y privado con todo nuestro poder, de decidir sobre otras cosas, generando un cambio radical en el sistema normativo patriarcal que ha promovido la desigualdad y violencia hacia nosotras.
¿Ahora entendemos el enojo?
@incidefemme