Probablemente Usted, al igual que yo, desconoce la importancia que tiene El Bajío, donde se encuentra la Villa, para el ecosistema de la región. Mi ignorancia solo me permitía apreciarlo como un sitio en el que se podía admirar la belleza de La Primavera y la arquitectura del estadio de las Chivas. Por ello, recurrí a amigos expertos en estas cuestiones, para que nos explicaran por qué debemos oponernos a la urbanización de la zona.
Le pregunté al Dr. Arturo Gleason, experto en recuperación de aguas, ¿en qué radica la importancia ecológica de El Bajío?
AG: El nombre completo del sitio es Bajío del Arenal, y está reconocido como una zona de recargas para los acuíferos. Un acuífero es una gran extensión en el subsuelo de tierra mojada de gran grosor. Un acuífero tarda en formarse muchísimos años. Es como una caja llena de tierra, en la que la capa superior es de zacate, luego una capa de arena y finalmente una capa de piedra que impide que se vaya a una zona de mayor profundidad.
El acuífero de El Bajío es una de las entradas que surten al Acuífero de Atemajac, cuya ruta sigue lo que antiguamente era el Río Atemajac, lo que ahora es la Avenida Patria. Hay que imaginar entonces un gran escurrimiento subterráneo que viaja rumbo a la Barranca de Huentitán.
LI: ¿Qué pasaría si se urbanizara El Bajío?
Las consecuencias serían enormes y desastrosas. La primera de ellas es que va a disminuir la cantidad y la calidad de agua en Guadalajara. El Bajío nutre el agua que obtenemos en Los Colomos y que surte a 17 colonias de la ciudad. Sin esos escurrimientos, disminuirá notablemente el volumen de agua que obtenemos de Los Colomos.
La segunda consecuencia son grandes inundaciones en la zona, pues sin la filtración de agua, ésta terminará por inundar lo que ahí se construya.
Y en tercer lugar, habrá una mezcla con aguas negras, como ya sucedió en 2011 durante los Juegos Panamericanos. Sería como una enorme cloaca.
LI: ¿Qué debe ocurrir con las Villas Panamericanas?
AG: Deben quitarse. Si las dejan ahí, todos los dueños de los terrenos de este lugar van a querer construir. Si permanecen, se envía la señal de que se puede urbanizar, y los dueños de otros terrenos van a empezar a realizar proyectos inmobiliarios. Lo mejor es destruirlas.
Le hice las mismas preguntas al Arquitecto Juan José Sánchez, especialista en cuestiones ambientales y esto me dijo.
JJS: Los escurrimientos que provienen de El Bajío son un importante proveedor del agua que aflora en Los Colomos. Ya en 1742, se sabía de los escurrimientos de la Sierra de la Venta, hoy Sierra de La Primavera hacia los Valles de Toluquilla, Atemajac y Tesistán. En 1742, el Padre Pedro Buzeta trató de traer el agua desde las faldas del Cerro del Colli. Estos escurrimientos abastecen actualmente una gran cantidad de pozos que, según la CNA, suministran el 30 por ciento de agua a la población de la zona metropolitana.
Estos pozos reciben agua de la infiltración de una depresión que existe desde El Colli hasta La Venta del Astillero llamada anteriormente “El Bajío de los Pueblitos “. La Puerta de Arena, hoy llamada “Bajío del Arenal”, y la cuenca cerrada de Rancho Contento, dan origen a la cuenca del Rio Atemajac.
En Los Colomos concurren importantes afluentes del Rio Atemajac como La Campana, El Barreno, Coyotes, El Chochocate, etc., que afloran en los nacimientos de agua. Todos ellos protegidos por el Plan Parcial elevado a Ley por el Decreto 11605. Estas aguas todavía abastecen a 17 colonias de la Ciudad. Urbanizar El Bajío significaría despojarlas de su base nutriente.
Y Jaime Eloy Ruiz Barajas, conocido ambientalista, me dijo lo siguiente:
“La Villa Panamericana es una muestra siniestra, peligrosa y grotesca de lo que no debe hacerse. Su existencia por sí sola es una amenaza permanente al ecosistema. Utilizar de cualquier forma sus instalaciones es añadir más daños al hábitat natural. Aparte de otras restricciones, no se debe infiltrar ningún tipo de agua que no sea la lluvia que se precipita en el lugar o llega a la cuenca de El Bajío o Boca de la Arena por corrientes superficiales y subterráneas de la Sierra de La Primavera.
En el futuro, costará más el agua de buena calidad que necesitamos para beber, que el beneficio que traerá la urbanización de la zona. Los costos que tendrá el agua en el futuro, para nuestros hijos y nietos, serán enormes. Ganamos más demoliendo la edificación que tratando de recuperar un dinero público desviado a un proyecto errático de negocio privado.”
Así que apoyemos la decisión del alcalde de Zapopan, Pablo Lemus. La razón le favorece.