¿Qué ocurrió en Guadalajara después de la sublevación de Hidalgo? Permítame contarle.
La noticia de la insurrección del 16 de septiembre de 1810 en Dolores llegó a esta noble ciudad nueve días después. Las noticias alertaban sobre los propósitos “perversos” de Miguel Hidalgo y los demás insurrectos. A fines de septiembre dos pequeños grupos de sublevados se hacían notar en la región. Uno de ellos era el dirigido por José Antonio Torres, a quien apodaban “El Amo”, como eran llamados entonces los administradores de las haciendas.
El “Amo” Torres consiguió reclutar un ejército de cerca de tres miles hombres, armados de palos y hondas. Cerca de Zacoalco, este contingente logró derrotar a la tropa realista, integrada por quinientos soldados.
Los primeros días de octubre llegaron a Guadalajara 35 españoles, que habían logrado salir con vida de la matanza y el saqueo que realizaron las tropas de Hidalgo en Guanajuato. Sus relatos incrementaron la preocupación de las autoridades tapatías.
El 24 de octubre el obispo Cabañas (sí, el mismo que mandó construir el Hospicio) amenazaba con la excomunión a quien apoyara a los insurgentes y ratificaba la excomunión a Hidalgo y sus seguidores impuesta por el obispo de Michoacán. El obispo Cabañas, tan pronto se enteró de que el grupo del “Amo” Torres tomaría Guadalajara, se fue junto con otros 200 residentes rumbo a San Blas a buscar refugio. (El miedo no anda en burro).
Los tapatíos de entonces decidieron pactar con el enemigo, de modo que le ofrecieron al “Amo” Torres la ciudad y le pidieron garantías. El 11 de noviembre su “ejército” hizo su entrada triunfal. A pesar de que sus miembros provenían de los niveles socioeconómicos más bajos sorprendieron por su disciplina.
Guadalajara le dio al cura una calurosa bienvenida el 25 de noviembre. Las campanas de la Catedral y demás iglesias anunciaron su llegada. Bandas de música se distribuyeron a lo largo de su paso, quien iba en un carro descubierto. Ese día hubo cena y función en el Teatro Coliseo. Hasta “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” le gritaban.
Guadalajara entera mostraba entonces su entusiasmo por el cura, aunque parece ser que era más por miedo que por el ánimo insurgente.
Aquí en estas tierras, Hidalgo expidió un primer decreto dirigido a abolir la esclavitud en toda la nación. Aunque hay que aclarar que no por ello ésta terminó. La esclavitud se fue extinguiendo a lo largo del tiempo.
En esos días, llegaban a Guadalajara numerosos grupos con la intención de sumarse al movimiento. Se dice que los mesones y las casas particulares eran insuficientes para albergar a tanta gente. También se tiene registro de la llegada de “La Fernandita”, una dama que acompañaba a Hidalgo y que se hospedó en la Casa de las Maestras de la Caridad y la Esperanza.
Al enterarse Hidalgo de que el ejército real de Calleja se acercaba a la ciudad salió a enfrentarlo en el campo cercano al Puente de Calderón. El ejército del cura estaba compuesto por cerca de 80 mil hombres, mientras que los realistas eran un poco más de seis mil. Después de seis horas de batalla, las fuerzas de Calleja se alzaron con la victoria. Una granada española que cayó en el carro que transportaba las municiones causó pánico y fuga entre los miembros del ejército insurgente, lo que precipitó la derrota.
Los principales caudillos, acompañados de una pequeña escolta, lograron escapar al norte. Hidalgo pretendía llegar a Texas, pero fue capturado y luego fusilado en Chihuahua.
El 21 de enero de 1811 Calleja entró a Guadalajara. En total, Hidalgo estuvo en esta ciudad poco menos de dos meses.
Para Vicki Acosta, en horas difíciles